Algunos ingenieros de montes no entienden la naturaleza

Ingeniería de Montes es lo mismo que Ingeniería Forestal. Es un grado que huele a verde, pero como suele ocurrir, generalizar es equivocarse. A través de artículos y de la red Twitter-X, hemos conocido varios casos de ingenieros —hombres siempre— que tienen una visión excesivamente materialista del medioambiente. Ven la naturaleza solo como una fuente de recursos para las personas. Por tanto, el humano tiene el derecho de gestionarla. Por supuesto, no dudan en sentirse ellos mismos —con su título bajo el brazo— como los mejores administradores, ya que piensan que la naturaleza no entiende de gestionar montes, aunque lo haya hecho con éxito abrumador durante muchos más años de los que su titulación se imparte sobre la faz de la Tierra. Bajo su prisma, pareciera que la los ecosistemas están a salvo gracias a que los egresados pueden ejercer y lucrarse con su gestión.

Por supuesto, no queremos generalizar. Sabemos fehacientemente que existen ingenieros e ingenieras forestales con tantos conocimientos como respeto a la naturaleza; y que trabajan y se esfuerzan día a día para conservar y mantener la biodiversidad sobre el trocito de Tierra en el que tengan influencia de una u otra forma.

Las primeras preguntas que nos hacemos son: ¿Serán ese tipo de ingenieros forestales casos aislados? ¿O serán excepcionales los que respetan a la naturaleza de verdad? ¿Qué tipo de educación ambiental reciben a lo largo de su formación como ingenieros? ¿Se  inculca de forma generalizada la filosofía empresarial de maximizar las ganancias explotando el medio? ¿Se les educa en la sensación de que la naturaleza es un enemigo al que doblegar?

Un caso grave

Eduardo Rojas Briales es un paradigmático ejemplo. Decano del Colegio de Ingenieros de Montes y profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, en un artículo bastante desafortunado vierte topicazos tan falsos como que el problema de la soja es la que se usa para sucedáneos de lácteos o carne. La realidad es que el 74% de la soja mundial se dedica al ganado (no para consumo humano directo). Digámoslo claro: los veganos que comen tofu no son los culpables de la deforestación del Amazonas.

En el mismo artículo pretende blanquear la ganadería extensiva y la ingesta de insectos, como si los insectos no sufrieran y esa fuera una alternativa perfecta. El autor mencionado no tiene en cuenta que la ganadería en extensivo causa una enorme contribución a la crisis climática, incluso aunque fuera certificada en ecológica, cosa que no es habitual. Debemos dejar claro que según la ciencia, el ganado vacuno es uno de los mayores problemas ambientales de la humanidad. La ganadería en extensivo podría ser climáticamente neutra, si los ganaderos redujeran el número de animales a 1,25 cabezas de ganado por hectárea, cosa altamente improbable. Otros estudios científicos concluyen que la carne con menos impacto ambiental es mucho peor para el medioambiente que las verduras con mayor impacto.

Sin embargo, Rojas sostiene, literalmente, que: «pretender generalizar en todo el mundo una alimentación basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal comportaría altísimos costes de transporte». La afirmación correcta es justamente la contraria porque, entre otras cosas, el 85% de las tierras de cultivo se utilizan para alimentar ganado. Si esa producción se dirigiera a las personas, no solo sobrarían alimentos y se podrían renaturalizar parte de esas tierras, sino que se transportarían menos.

En el artículo defiende la acuicultura para resolver el problema de sobreexplotación pesquera de los mares. Es cierto que la pesca está colapsando, pero la acuicultura se alimenta precisamente de pescado del mar, con lo cual es parte del problema.

Rojas asegura, además, que los pastizales solo pueden ser conservados por la ganadería extensiva, lo cual es un tremendo error porque pastizales, praderas o sabanas son ecosistemas independientes de la ganadería extensiva. Pueden explotarse para uso ganadero, pero en absoluto esos ecosistemas dependen de los humanos para ser valiosos. Más bien lo contrario. De hecho, la ganadería es culpable en todo el planeta —desde Argentina o Brasil hasta España— de quemar bosques para provocar prados. Los casos de Asturias o Galicia son tristemente famosos.

Para dejar clara su visión sesgada de la naturaleza, el Sr. Rojas, como otros ingenieros de montes, está a favor de la caza, alegando el manido argumento del control de poblaciones de especies (y comparándola con las macrogranjas). Esto demuestra lo poco que ha aprendido en la universidad sobre el medioambiente y sus cuatro leyes de la sostenibilidad. Allí donde no interviene el humano, las poblaciones se equilibran con subidas y bajadas suaves. En cambio, es el humano el único que suele generar desequilibrios que luego quiere arreglar pegando tiros, generando más conflictos. La caza implica serios problemas al medioambiente y a la sociedad, y el argumento del control poblacional ha sido ya derribado en cientos de ocasiones; y máxime cuando se sabe que son los cazadores los que crían animales salvajes para provocar exceso de esas poblaciones que luego quieren controlar a tiros, o también tiroteando a los depredadores que, como el lobo, controlan mejor que nadie las poblaciones. Por tanto, los cazadores se quedan sin su principal argumento, ese que los convertiría en «seres necesarios». Así, lo más sensato es prohibir la caza deportiva, de todas las especies, en todos los territorios. Y mientras eso se consigue, hemos propuesto unas medidas para una transición lo menos problemática posible.

En el mismo artículo, Rojas repite el falso mantra de que la carne es necesaria para una alimentación sana. Algunos no quieren enterarse de que ha sido bien demostrado y divulgado lo que dice la OMS: las dietas vegetarianas o veganas adecuadamente planificadas son saludables, nutricionalmente adecuadas y pueden proporcionar beneficios para la salud.

Recientemente, hemos descubierto que la industria de la carne paga a científicos y universidades para bloquear políticas climáticas (y para fomentar el consumo de carne). También sabemos que las industrias más contaminantes pagan a museos y subvencionan cátedras en prestigiosas universidades. Justifican así sus negocios ante la sociedad. Entonces, ¿no sería posible que sea un caso más de un científico vendido a esas contaminantes empresas?

Otros casos en X

El Dr. Juan Andrés Oria de Rueda, otro ingeniero forestal, parece inclinado a generar odio hacia los jabalíes para justificar la caza. El 10 de marzo de 2024 publicaba un tuit que luego borró, seguramente tras la adecuada réplica de otro usuario que captura el original. Este ingeniero publicaba un vídeo indicando que una «avalancha de jabalíes» huían «del mal tiempo» y que podían ser «muy peligrosos». La réplica le argumentaba que en el vídeo se escuchan perfectamente ladridos de perros, por lo que dicha avalancha y toda su peligrosidad se debe a que la manada huye de perros de caza. De hecho, está bien demostrado que en temporada de caza es cuando más accidentes hay por atropellos de fauna. Ello se debe a que los pobres animales escapan de los cazadores desatendiendo otros peligros. Otro ingeniero forestal, Daniel de Lucas García, niega esos datos recientes, sacando otros que él mismo reconoce que son antiguos (y sin citar la fuente).

Recordemos que España es el único país de la Unión Europea en el que está permitida la caza con perros (jaurías o rehalas).

En otro tuit, Oria pretende generar miedo en la población por una supuesta plaga de garrapatas «mortales» que sufren los jabalíes. Seamos sinceros: la mayoría de las picaduras de garrapata son inofensivas o leves y solo en casos muy excepcionales pueden provocar serias consecuencias.

Otro colega ingeniero, Javi Oliver no ve nada malo en criar animales salvajes en granjas, para soltarlos y disfrutar disparándoles, siempre que sea en un coto cerrado.

Este ingeniero parece ignorar que los animales salvajes no quieren estar encerrados. Especialmente cuando huyen, rompen las mallas de caza y escapan, muchas veces malheridos. Otras, no las rompen, pero se desesperan y se desangran en el intento. Además, presume de saber que un vídeo de Twitter está grabado en un coto cuando parece más factible que la malla está al otro lado del camino de donde sueltan a los animales y, en todo caso, viendo solo el susodicho vídeo, es imposible asegurar si hay un coto y en qué parte está.

Y un último caso.

Otro ingeniero, J. Merino, nos acusa a los conservacionistas de tener una visión Disney, como si no supiésemos que en la naturaleza mueren animales, cosa que hasta se muestra en películas de Disney, como El Rey León o Bambi. En esta última, la madre del cervatillo protagonista muere tiroteada por un cazador, precisamente. La misma persona alaba la belleza de los diques o los defiende directamente, sin mencionar el daño que hacen a la fauna y flora.

Difundir ideas falsas para defender intereses privados está a la orden del día en las redes sociales.

El colegio oficial y unas preguntas

En la cuenta tuitera del Colegio Oficial de Ingeniero de Montes no hemos encontrado afirmaciones tan claramente falsas o antiecológicas. En un tuit parecen lamentar que se pierda la caza pero, sobre todo, que haya montes sin gestionar. Tal vez, la solución está en la renaturalización (rewilding).

Por supuesto que el medioambiente es una fuente de recursos. «Todo está tomado de la naturaleza», dijo De Jouvenel. Pero una cosa es aceptar la necesaria evidencia y otra tener una visión meramente economicista de lo natural.

Ante estos casos, nos planteamos unas dudas. ¿Se está educando bien en la universidad? ¿Son estos ingenieros excepciones que defienden sus propios intereses (o aquellos de quienes les pagan), al margen del bien colectivo y de la verdad científica? ¿Acaso no ocurre lo mismo en todos o casi todos los sectores de la sociedad y no solo entre los ingenieros forestales? ¿Pretendemos que ciertas personas, por su formación cercana a la naturaleza, sean líderes en respetar aquello que el resto de la sociedad pisotea sin piedad?

Tantas dudas nos arrastran a una realidad: debemos reforzar la educación ambiental en todos los niveles educativos y en todas las titulaciones (universitarias o no).

  • Nota final: Si tienes información u opinión relacionada con este asunto, te agradecemos que escribas un comentario, siempre con educación y sin insultar, por supuesto.

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Acerca de Pepe Galindo

Estamos en el mundo para aprender y ayudar y, si es posible, disfrutar. Es autor de libros como "Salvemos Nuestro Planeta", "El buscador de lo inefable" y "Relatos Ecoanimalistas"; ademas de publicar regularmente en dos blogs: 1) blogsostenible.wordpress.com y 2) historiasincontables.wordpress.com
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6 respuestas a Algunos ingenieros de montes no entienden la naturaleza

  1. Andarríos dijo:

    Una entrada muy oportuna, porque mi impresión es que son mayoría (con honrosas excepciones) o no, pero ocupan las más altas instancias hasta el extremo de favorecerles legalmente. Sirva un ejemplo, conforme a la Ley 8/2003 de 28 de octubre, de la Flora y Fauna Silvestres en Andalucía, en su artículo 7, queda prohibido dar muerte, capturar en vivo, dañar, perseguir, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres sea cual fuere el método empleado, en particular durante el periodo de reproducción, crianza, hibernación y migración, recolectar sus larvas o crías, alterar o destruir sus hábitat, así como sus lugares de reproducción y descanso, excepto para actividades forestales. De esto modo se demuestra que los ingenieros de montes tienen más derechos que las personas normales.

    En efecto, la mayoría de los proyectos más impactantes de España han contado con el visto bueno de un ingeniero funcionario, y en esto tengo que decir que muchos de los minoritarios biólogos funcionarios son ingenieros a todos los efectos, puesto que se comportan como tales, tanto por sus acciones como por su pensamiento. Y que en Málaga haya un Parque Natural Montes de Málaga sin ninguna singularidad botánica, ni zoológica, ni ecológica, ni geológica sino, simplemente, porque es una reforestación de pino carrascos y que sirve para poco más que como Parque Periurbano (para hacer deporte, principalmente), mientras que otros enclaves con especies muy endémicas y ecosistemas originales, como son las sierras de Alpujata y de Mijas, no tengan el más mínimo reconocimiento, se debe a que así lo ha decidido un ingeniero de montes, lo cual ha dado vía libre a las ilegales canteras de la Sierra de Mijas.

    Esta situación de autoridad institucional les otorga impunidad ante muchas atrocidades medioambientales, retroalimentando esa visión antropocéntrica y sesgada hacia la naturaleza que muestran. Sin los más mínimos conocimientos sobre ecología ni biodiversidad, puesto que no saben diferenciar entre un bosque (ecosistema) de una plantación, están gestionando el medio natural, y reduciendo el problema medioambiental a meras repoblaciones. Ya son conocidas sus excusas y del todo gratuitas del tipo antes acciones destructivas, del tipo ya se recuperará o ya estará en otro lado, hechos, ambos, que no han sido demostrados o no son justificación. Las consecuencias de esta actitud son evidentes: destrucción de hábitats, lo cual es grave especialmente cuando se tratan de espacios protegidos precisamente para la conservación de sus hábitats, como lo es la Red Natura 2000, poniendo a Málaga como todo un ejemplo nacional en la destrucción de ríos.

    Así, por ejemplo, el ingeniero de montes Antonio Pulido, muy polémico por su implicación en la destrucción de los ecosistemas fluviales y conocido negacionista de todo (del Cambio Climático, de la covid, etc.), ha realizado recientemente, en el Valle del Genal, charcas para anfibios en arroyos que ya son refugios para anfibios y para otras especies de flora amenazada, afectando gravemente a éstas últimas, como atestigua una reciente publicación científica:

    https://revistas.uma.es/index.php/abm/article/view/17860/19196

    Por supuesto, estas obras tan caras terminarán colmatadas de sedimentos con la primera lluvia fuerte, pero el señor ingeniero las justifica con todas las especies (muy comunes) que aparecen en sus charcas, identificadas de cualquier manera y a golpe de ratón.

    Pero la actuación de este señor ingeniero no queda ahí puesto que también es polémica su gestión de Sierra Bermeja, especialmente después del incendio, por su vinculación con multinacionales para greenwashing, puesto que está estableciendo acuerdos para reforestar con algarrobos, cuando que un ecosistema mediterráneo no necesita reforestación después de un incendio y los algarrobales no representan la vegetación natural de este espacio, en una flagrante vulneración de la Directiva 92/43/CEE que pone en peligro la flora endémica y amenazada de este espacio (algunas en peligro crítico de extinción). Y para ello se rodea de organizaciones que aplauden sus ocurrencias para su vanagloria, desde la asociación Planeta Bio hasta los Cascos Verdes de la ONU.

    En manos de quiénes hemos legado la conservación de nuestra naturaleza…

    • Pepe Galindo dijo:

      Muchas gracias por tu comentario y por toda la información que aportas.
      Es un tema peliagudo y en absoluto hemos querido atacar a todo un colectivo, pero realmente hay señales para estar preocupados.
      En la red Twitter-X hemos recibido respuestas a este artículo por parte de algunos aludidos y, obviamente, se les nota molestos. Allí han recibido el apoyo de algunos de sus colegas. Por el momento, no nos consta que ningún ingeniero forestal se haya dirigido a ellos para mostrarles su desacuerdo con al menos alguna de esas afirmaciones tan peligrosas que lanzan contra la Naturaleza.

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  4. Pepe Galindo dijo:

    ¿Son algunos ingenieros de montes defensores de «limpiar» los bosques?

    En caso afirmativo: ¿Se debe ello a que son precisamente ellos los que cobran por dirigir esas actividades?

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