BUDISMO y ZEN

Siddhartha Gautama, Buda, llamado Sakyamuni muere cerca del 483 a.C. Como el jainismo y las Upanishad más importantes, el budismo surge también en el valle del Ganges siglo y medio después de éstas.

Posteriormente surgen sectas budistas: Hinayana (vehículo o camino menor, que no aceptan imágenes y representan a Buda con un sillón vacío), Mahayana (gran vehículo, incluyendo el Zen), vajrayana (vehículo diamante), pero todas valoran el desapego. Theravada es una doctrina por la que las buenas acciones nos llevan al fin del ciclo muerte-reencarnación. Mahayana se extendió hasta Japón (zen), Bengala… Tibet (el mayor éxito fue el de los Sombreros Amarillos, cuyo líder se llamó Dalai Lama, siglo XV).

Según Thomas Merton, se medita para llegar a ser Buda. Se comienza con la concentración en un objeto, luego la meditación sin objeto y finalmente el samadhi (iluminación). Merton cuenta que el Dalai Lama le aconsejó la filosofía madhyamika (más allá de la metafísica), dzogchen (resolución final), y le dijo: «Piensa más en la mente«.

Buda fue consciente del sufrimiento de todos los seres y meditó hasta encontrar la solución: darse cuenta de la verdadera naturaleza de la mente, de uno mismo, estado que se conoce como Iluminación (nirvana, kensho o satori). El Tri-Laksana, Las Tres Características de la Existencia, son:

  1. Anitya (transitoriedad, inestabilidad): El budismo afirma que todo está siempre en un estado de cambio permanente, por lo que encontrar seguridad permanente es imposible.
  2. Anatman (irrealidad del yo): No existe alma o yo independiente.
  3. Duhkha (sufrimiento, insatisfacción): Toda existencia tiene sufrimiento. De ahí, el budismo extrae las 4 nobles verdades:
    1. El duhkha existe;
    2. Su causa es la ignorancia, el odio y el apego (similar a las causas de Patañjali);
    3. Se puede eliminar;
    4. El camino es el Noble Camino óctuple (comprensión correcta, pensamiento correcto, hablar correcto, actuar correcto, medio de vida correcto, esfuerzo correcto, consciencia del momento correcta y meditación-concentración correcta).

«Dhammapada«

(Sendero de la Verdad, siglo III a.C. aprox.)

De autor desconocido, esta colección de 423 aforismos del budismo hinayana (pequeño camino) es una guía ética que fomenta la generosidad, el desapego, la sinceridad, la honestidad, evitar el deseo (el sexual incluido), la avidez, el odio, la ira, los celos, el orgullo, cuidar las palabras, no ofender, ser «impasible ante la felicidad y ante el sufrimiento» (83), no anhelar «hijos, ni riqueza, ni reinos, ni su propio triunfo» (84), ni placer, ni dolor, «comer con medida» (185)…

El objetivo es meditar y controlar la mente para llegar a la felicidad, porque como dice en su primer aforismo: «Todos los estados anímicos nacen en la mente. La mente es su fundamento y sólo ella los crea».

Así se alcanza la iluminación, y que esta vida sea nuestro último nacimiento: salirnos del ciclo de reencarnaciones.

Puedes leer más citas del Dhammapada en Mis citas preferidas.

La meditación es «permanecer sin esfuerzo en lo que es», plenamente concentrado en el aquí y ahora. Este estado puede surgir a través de calmar la mente, encontrar la quietud y la paz interior, concentrándose en uno mismo, en un punto, en la respiración, en un paisaje…

En el budismo no existen el bien y el mal en sí mismos, son nociones relativas y subjetivas. De un mal puede surgir un bien y viceversa. El budismo hereda muchas características del hinduismo, como la ley del karma, su total respeto por cualquier tipo de vida y su condena de la violencia; todo por la interdependencia entre los seres, concepto esencial de la ecología, y que el mismo Papa Francisco afirmaba en su famosa encíclica.

El budismo no acepta la caza, los mataderos, la vivisección, ni que se diga que hay animales nocivos para los cultivos o para el hombre ni, por tanto, el uso de pesticidas.

El emperador Ashoka (siglo III a.C.) se convirtió al budismo, se hizo vegetariano y contribuyó a difundir el vegetarianismo por el subcontinente indio. En la antigua civilización griega, también hay antecedentes vegetarianos, como el orfismo, que influyó en Empédocles, y en Porfirio que llega a condenar el consumo de alimentos de procedencia animal (veganismo). El Talmud también proclama el vegetarianismo hasta la época de Noé. También como curiosidad, añadiremos que hay muchos vegetarianos famosos: Sócrates, Platón, Leonardo da Vinci, Charles Darwin, Frank Kafka, Isaac Newton, Albert Einstein, Peter Singer… Para más información sobre vegetarianismo le recomendamos nuestra sección, un artículo con argumentos para un estilo de vida occidental (Razones para Ser Vegetariano) y unos estupendos vídeos.

ZEN

Es una rama del budismo, surgida de Bodhidharma (s. V) que llegó a China desde la India. Se cuenta que con 8 años llegó a decir que la mayor hazaña del hombre es «conocerse a sí mismo«. El auge del Zen se sitúa entre los siglos VIII y IX, y en Japón en el XIV, donde influye en política y estética (ceremonia del té, jardinería…). Para unos el objetivo es meditar sin esperar nada. Otros buscaban una repentina iluminación (satori), usando koans, expresiones, acertijos o problemas paradójicos que invitan a la reflexión, para entrenar la mente en la fijación en un tema para alcanzar la iluminación. Uno de los más famosos es cuando el maestro da un aplauso y dice: «Este el sonido de dos manos, ¿cuál es el sonido de una sola mano?». Y para indicar que la experiencia zen no debe verbalizarse dicen que «si encuentras a Buda, ¡mátalo!». El zen ni afirma ni niega, simplemente es (puede verse como una incitación a no juzgar hechos o personas). Los hechos son hechos, no importa su significado (en occidente es al revés). El zen señala el ser, sin especular sobre su existencia o estructura metafísica: Yo no soy el yo limitado, sino el Uno. Cuerpo y mente se tornan un objeto inanimado que conduce a la paz, al no-hacer, al deleite inefable, al ser Buda: La visión es que no existe visión. El zen no enseña nada, su propósito es despertar conciencias, examinar cuidadosamente cada momento de la existencia. La meditación Zen, zazen, se hace en la típica postura de Buda, sentado con el cuerpo equilibrado.

El zen busca el aquí y el ahora, la atención total, vivir sin miedo, sin dudas, ni anhelos, ni emociones exageradas, buscar la calma. Se dice que los monjes zen mastican 100 veces cada bocado, lo cual evita deseos de comer más de lo necesario y conlleva la calma.

«La Entrada Sin Puertas» es una recopilación de 48 poemas koan comentados por Mumonkan o Mumon (s. XIII). Como comentario al primer koan dice «Abandone su conocimiento ilusoriamente juicioso», pues el saber es ilusión, el no saber es vacío. En el zen también son típicos los 10 breves poemas del Pastoreo del Buey (donde el buey es la mente que debe ser capturada, domada y entrenada), y los poemas japoneses haiku, como estos:

Las cosas del pasado hace tiempo que se han ido,
y lo que ha de venir está más allá de la imaginación.
El Tao es justo este momento, estas palabras:
las flores del ciruelo ya caídas; la gardenia en flor.

Los seres sensibles son, en esencia budas.
Es como el agua y el hielo.
No hay hielo sin agua,
no hay budas fuera de los seres sensibles.

Koans zen o historias breves para reflexionar:

  • Cuando no puedes hacer nada: ¿Qué puedes hacer?.
  • Una taza llena no puede llenarse más. Dice el maestro: «Como esa taza está tu mente, llena de tus opiniones y especulaciones. ¿Cómo podría enseñarte lo que es el Zen, si no vacías primero tu taza?»
  • Un ladrón intentó robar en la choza de un austero ermitaño, pero no halló nada que robar y fue sorprendido por el ermitaño que le dijo que no quería que se fuera sin nada, y le dio sus ropas. El ladrón se fue y el ermitaño quedó mirando la luna diciéndose: «Ojalá pudiera haberle dado esta maravillosa luna».
  • Un estudiante tiró un poco de agua y el maestro le reprendió: «¿Por qué no aprovechaste para regar las plantas? ¿Con qué derecho te atreves a desperdiciar, aunque sea una sola gota de agua?». El joven entonces se cambió el nombre por el de Tekisui, «una gota de agua».
  • Un Brahman celoso de un buda le empezó a dirigir improperios e insultos. Sin inmutarse, el buda esperó a que terminara y sólo entonces le preguntó: «¿Ofrece a sus visitantes comida en su casa?». El Brahman contestó afirmativamente. Y el buda continuó: «¿Y qué hace si sus visitantes no la quieren?». El Brahman contestó que no importaba, pues se la comía él mismo. Entonces el buda le dijo: «Eso mismo puede hacer con sus críticas. Ha sido muy amable al invitarme a conocerlas, pero yo no las quiero. Cómaselas usted solo».
  • Un anciano les dijo a tres hermanos pobres que tenía un campo en el que su padre había escondido un tesoro, pero que él prefirió viajar a buscarlo. Ahora, anciano, ya no podía buscarlo y él les dejaba el campo a ellos. Contentos empezaron a cavar, día tras día, pero pronto uno de ellos se cansó y a las semanas se cansó el segundo. El tercero vio que las lluvias hicieron germinar unos granos que el viento llevó, y comprendió que el tesoro era la tierra, un tesoro inagotable que, bien cuidado podría alimentarle toda la vida.
  • Un maestro le dio a su discípulo un trozo de exquisito melón y le preguntó: «¿Qué es lo exquisito? ¿El melón o el contacto con la lengua?». El discípulo pensó mucho tiempo y concluyó: «El sabor del melón no existe puramente hablando; percibimos la interdependencia entre lengua y melón que…». El maestro le cortó, y le reprendió duramente diciéndole: «¡Imbécil! No te compliques tanto. El melón está exquisito. ESO ES TODO».
  • Los discípulos de un maestro zen muy anciano intentaron convencerle para que ya no trabajara en el huerto. Como no lo consiguieron, le escondieron sus herramientas. Entonces el maestro no trabajó pero a la hora de la comida no comió y sólo dijo: «Un día sin trabajo es un día sin comida».
  • Un emperador fue alertado por su ministro de estar siendo calumniado por cierta gente. El emperador le respondió: «Tengo mayor temor a ser elogiado por virtudes que no poseo, que a ser calumniado».
  • Un rico invitó al monje japonés Ikiu a un banquete. Ikiu asistió vestido como un mendigo y lo echaron del palacio. Entonces, volvió vestido con un hermoso hábito y le dejaron pasar. En la comida, Ikiu dobló el hábito, lo dejó allí y se fue. Al preguntarle porqué no comía, contestó: «Este banquete no me ha sido ofrecido a mí, sino al hábito».
  • El bien y el mal no existen. Entonces… ¿qué existe?