Libro «Nuevo examen de la desigualdad» por Amartya Sen (Resumen)

Foto de SenAmartya Kumar Sen, nace en 1933 en Santiniketan, ciudad que hoy pertenece a Bolpur, en el estado de Bengala, India. Licenciado en Economía por el Presidency College de Calcuta en 1953. Continúa sus estudios en el Trinity College de Cambridge, donde se doctora en 1959. Profesor de Economía en diversas universidades de su país y de otros países, Premio Nobel de Economía en 1998.

Todos sus trabajos giran alrededor de los pobres y aquí expondremos muy brevemente sus reflexiones, centrándonos en su obra «Nuevo examen de la desigualdad» (1992). En ese libro se pregunta si efectivamente somos iguales. En política suele usarse mucho ésa expresión para justificar políticas que intenten alcanzar la igualdad pero Sen se pregunta Igualdad, ¿de qué?. Porque estrictamente somos todos distintos tanto externamente (herencia, lugar de vida…) como internamente (edad, sexo, salud, inteligencia, concepto del bien…). Estrictamente, los humanos tenemos distinta capacidad para convertir recursos en libertades.

El igualitarismo mantiene que «todos los hombres nacen iguales». Sin embargo, para Sen «El considerar a todos por igual puede resultar en que se dé un trato desigual a aquellos que se encuentran en una posición desfavorable».

Existen multitud de variables para analizar la igualdad y todas las teorías éticas son igualitarias en alguna de ellas: ingresos, riqueza, felicidad, libertad, oportunidades, derechos, recursos, utilidades, bienes elementales… John Rawls proponía como lo más importante la igualdad de libertades (libertarismo) y de bienes elementales. Roland Dworkin hablaba de igualdad de recursos y de tratamiento como iguales. William Letwin en «Argumentos contra la igualdad» proponía que a «igual mérito igual trato» lo que desemboca en una desigualdad pero justificada.

Para Sen es importante evaluar los objetivos alcanzados (logros o realizaciones), que pueden medirse de diversas formas: utilidad (deseos cumplidos, satisfacciones…), opulencia (ingresos, consumo…) y calidad de vida. Quizás lo más importante es tener la oportunidad real para alcanzar aquello que valoramos. Eso es libertad. Los medios (recursos, bienes básicos…) aumentan la libertad para alcanzar nuestros objetivos, pero una igualdad en los medios no supone una igualdad en la libertad, ya que hay otros factores involucrados en esa libertad (según el sexo, posibilidad de embarazo, exposición a enfermedades…). Además, los medios dependen del pasado (logros anteriores), pero los medios son, de hecho, más importantes que los logros porque se da así más importancia a la libertad, ya que: «El aumento de la libertad mejora la capacidad de los individuos para ayudarse a sí mismos, así como para influir en el mundo, y estos temas son fundamentales para el proceso de desarrollo».

La calidad de vida o el bienestar se mide por sus «funcionamientos» (comida, salud, felicidad, dignidad, posibilidad de participar en la comunidad…). La «CAPACIDAD» es el conjunto de funcionamientos que una persona puede alcanzar. Esto mide la LIBERTAD para elegir entre distintos modos de vida. Esta evaluación es muy diferente a los enfoques tradicionales (el de Rawls, el de Dworkin, el de medir el ingreso real con el PIB/PNB…). O sea, para evaluar el bienestar hay que seleccionar y ponderar las capacidades «importantes», lo cual no es simple ya que son conceptos difusos.

La ventaja del «enfoque de las capacidades» es que nos aleja del ámbito de los bienes, ingresos y utilidades. Su ámbito es el conjunto de puntos donde cada punto es una combinación de funcionamientos. Así, la evaluación del bienestar es la valoración de uno de los mejores puntos de ese conjunto de capacidades.

En este enfoque, la LIBERTAD de elección influye directamente en el bienestar, lo cual NO es considerado por la teoría CONSUMISTA en la que lo importante es lo más valioso (lo más caro) y no el hecho de poder elegir. El bienestar depende de cómo haya surgido el estilo de vida (de si ese estilo es elegido libremente o no, por ejemplo). Efectivamente, esa evaluación puede ser imposible de realizar y, en ocasiones, pude ser necesario usar sólo los funcionamientos alcanzados. Pero debemos distinguir entre lo ideal (procedimiento justo) y lo práctico (con los datos disponibles).

Para que se den unas capacidades mínimas, cierta renta es necesaria, pero a igualdad de renta pueden darse grandes diferencias en las capacidades. Existe una gran relación entre capacidades y libertad. Amartya Sen ha sabido descubrir que, más importante que el logro de las metas personales es el proceso mediante el cual dichas metas son alcanzadas (libertad). Por eso, no basta con paliar los efectos más urgentes de la pobreza, sino que es necesario romper la lógica de la pobreza, de modo que se genere la libertad suficiente como para que los individuos puedan por sí mismos salir de la pobreza. Para que esto suceda, los medios políticos más eficaces son la EDUCACIÓN y la SANIDAD.

El utilitarismo mide el grado con el que los deseos se han satisfecho. Mide, de alguna forma, la «felicidad» personal. Esto puede parecer bueno, pero no es justo, ya que aunque los demás funcionamientos se miden indirectamente por su influencia en la felicidad, puede dar lugar a injusticias graves. Por ejemplo, en situaciones de privación duradera, ésta suele asumirse y la gente en esa situación suele aspirar sólo a pequeñas cosas «alcanzables», sin plantearse metas superiores a las que deberían poder acceder, en justicia. Hay casos de gente necesitada pero resignada, mientras que también existen casos de gente rica que esa riqueza no le da la felicidad por su ambición desmedida. Otro ejemplo puede verse en la protección medioambiental, la cual es fundamental en toda actividad humana y, sin embargo, puede no influir directamente en la felicidad actual de un pueblo. Es lógicamente necesario proteger la Naturaleza para las generaciones venideras aunque ahora no se recojan directamente sus beneficios.

¿A mayor libertad existirá mayor bienestar?. Por supuesto que NO, ya que las personas (como agentes) no se guían sólo por su propio bienestar, sino que pueden tener otras metas, aunque ellas impliquen una pérdida de su bienestar personal. Además, a veces uno no desea tener la libertad de decidir sobre todo lo que le afecta a su vida y prefiere que otros tomen decisiones en su lugar, ya que tener que decidir en todo es excesivamente costoso. De ahí la importancia de la democracia (se eligen a ciertas personas que son las que tomarán las decisiones finales). Es famoso el caso del asno de Buridán el cual se moría de hambre por no decidirse de qué montón de paja comer. Pero para Sen la democracia es algo más que elegir a nuestros representantes, sino también elegir otros aspectos más específicos de la política. Es necesario un «diálogo social» para que los gobernantes conozcan lo que el pueblo demanda. Quizás una buena forma para esto es ampliar el sistema de elección democrática y convertirlo en un «referendum» para aspectos importantes. También, el sistema de recogida de impuestos podría dar a elegir, en parte, en qué desea invertir su dinero cada contribuyente.

En este contexto es fundamental la teoría de Rawls, «Justicia como Equidad» que se basa en dos puntos. 1. Todos tenemos derecho a un esquema plenamente suficiente de libertades básicas iguales compatible con un esquema de libertades semejante para todos. 2. Las desigualdades sociales y económicas o bien corresponden por oficios con igualdad de oportunidades, o bien benefician a los menos favorecidos.

Sen insiste en que el nivel de ingresos no es un buen criterio para valorar el grado de pobreza de una región, sino que es necesario utilizar otros criterios tales como el analfabetismo (teniendo en cuenta el sexo), esperanza de vida… sin embargo, los ingresos suelen ser un mecanismo bastante fácil de obtener. Pero, no obstante, Sen propone que deben tenerse en cuenta, al menos otros factores. El «Porcentaje de pobres» H depende de la cantidad de gente que puede considerarse pobre, esto es, que ganan menos del umbral de la pobreza y de la cantidad de gente que no es pobre. La «Cantidad de pobreza» I entre los pobres depende de en qué medida son pobres los pobres, pues no es lo mismo rozar el umbral de la pobreza que estar bien lejos de ese umbral. La «Desigualdad que existe entre los pobres» (coeficiente de Gini) es también muy importante ya que no es lo mismo que todos los pobres estén en similar situación que si la mitad roza el umbral de la pobreza y la otra mitad vive en la pobreza más absoluta.

Los gobiernos usan la medida H, ya que así puede ser fácil sacar de la pobreza a los pobres más ricos. Con pocas inversiones el factor H puede mejorarse.

Sen advierte: «La pobreza no es una cuestión de escaso bienestar, sino de la incapacidad para conseguir bienestar precisamente debido a la ausencia de medios. (…) La suficiencia de los ingresos para escapar de la pobreza varía paramétricamente con las características y las circunstancias personales». O sea, a igualdad de ingresos no se consigue necesariamente iguales capacidades, que son más importantes que los logros, aunque estos últimos se usen para medir las capacidades (que son más difíciles de medir). Resumiendo, Sen propone que lo que se debe medir no es el nivel de renta, sino el nivel de libertad que las personas tienen para llevar la forma de vida que valoran (que desean llevar). Sin caer en el error de medir estados anímicos lo que hay que medir son realidades comprobables. Por supuesto, también es necesario una formación ética en los valores y para ello, evitando el problema de la universalidad de los valores éticos, Sen propone el método de situarse en el lugar del otro y afirma que «no es creíble que una persona pueda valorar moralmente sus acciones sin tener en cuenta sus efectos». Así, una moral más atenta a los principios que a las consecuencias es para Sen, si no inmoral, sí al menos una hipocresía.

En ocasiones hay conflictos entre consideraciones agregativas y distributivas con respecto a la reducción de la pobreza. Las primeras tienen por objetivo mejorar las ventajas individuales (sin mirar su distribución). Esta suele ser muy utilizada por su eficiencia. El óptimo de Pareto busca crecimiento (económico) antes que una buena distribución de ese crecimiento. Las consideraciones distributivas buscan reducir las disparidades en la distribución de beneficios.

En resumen, debemos tener presente que la POBREZA no es sólo falta de riqueza o de ingresos, sino «capacidades básicas insuficientes». Esa falta de capacidades puede generar otros problemas colaterales (racismo, violencia…) que podrían evitarse atacando el problema en la raíz. Para Sen el ser humano no es mero receptor de prestaciones, sino que es creador de su propio destino y responsable éticamente de que se creen las condiciones necesarias para que TODOS -y no sólo algunos- puedan ser «agentes» y no meros receptores. Así, aquellos que tienen algún tipo de control (poco o mucho), como gobernantes, empresarios o, en algunos casos, ciudadanos «normales», no deben considerar ese control como un privilegio, sino como una responsabilidad.

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