¿ Es Compatible el Crecimiento Demográfico y la Conservación del Medio Ambiente en Condiciones Aceptables para la Vida Humana ?

por José Galindo Gómez.
(Dr. en Informática por la Universidad de Granada y profesor titular en la Universidad de Málaga)

A Gerald Durrell, Ken-Saro-Wiwa, Carl Sagan, Félix Rodríguez de la Fuente, Chicho Méndez…
por sus claras advertencias y sabios consejos.

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Introducción

En 1793 William Godwin (1756-1836) publicó su «Investigación sobre la Justicia Política» en la que sentaba las bases de un comunismo anarquista y propugnaba que no hay límites para el incremento de la población en una sociedad en que se haya impuesto la igualdad, se sacrifiquen los intereses individuales por el bien común, reine la propiedad colectiva y se suprima el estado como institución, pues, según él, todo estado es malo porque todos se apoyan en la violencia.

Como reacción a esto, en 1798 el economista y pastor anglicano Thomas Robert Malthus (1766-1834) publicó anónimamente la primera edición de «Ensayo sobre el Principio de la Población» («Essay on the Principle of Population»), una obra que escandalizó tanto que el autor matizó sus aseveraciones en la segunda edición publicada con su propio nombre pero con el título de «Resúmenes sobre los Efectos Pasados y Presentes Relativos a la Felicidad de la Humanidad» (1803). Es en esas publicaciones donde nace el llamado «malthusianismo«, una corriente ideológica que propone la restricción voluntaria de la procreación para remediar la desproporción prevista en el futuro entre la población y los alimentos.

Según Malthus, mientras la población aumenta en progresión geométrica, la producción de alimentos se efectúa sólo en progresión aritmética y aunque Malthus confiaba en que la mejora de las técnicas agrícolas permitirían aumentar la producción, afirmaba que esto no sería suficiente, a pesar de que previsibles desastres (guerras, plagas, enfermedades…) redujeran el ritmo del crecimiento demográfico. Así, Malthus define dos métodos para evitar la explosión demográfica, los métodos positivos, que aumentan la tasa de mortalidad, y los preventivos, que disminuyen la natalidad. En estos últimos los neomalthusianistas incluyeron los métodos anticonceptivos. El neomalthusianismo surge en Francia con el escritor y filósofo E.P. Sénancour (1770-1846), en Gran Bretaña con el político F. Place (1771-1854), R. Carlisle y el filósofo y economista S. Mill (1806-1873) y en los países escandinavos. En Estados Unidos, pensadores como Vogt, Pierson, Hamer y Cook llamaron la atención sobre el problema del envejecimiento de la población.

También antes de Malthus muchos autores, los llamados premalthusianos, llamaron la atención sobre el peligro de un exceso de población, pero ninguno lo hizo de forma sistemática: G. Botero (1589), A. Genovesi (1765), J. Steuart (1770), J. Townsend (1786), G. Ortes (1790). Más recientemente, los científicos estadounidenses Paul y Anne Ehrlich han publicado diversos estudios sobre el tema concluyendo, resumidamente, que o controlamos el crecimiento demográfico o «será la naturaleza quien se encargue en nuestro lugar de acabar con la explosión demográfica, por medio de métodos poco agradables, mucho antes de que se alcancen los 10.000 millones de habitantes». Incluso, aseguran que los desastres que estamos ya viendo son el cumplimiento de ese vaticinio.

Por tanto, el problema de la superpoblación ha sido estudiado desde hace muchos años. Sin embargo, el planteamiento general ha sido si era posible mantener a la creciente población con los recursos que pudieran generarse. En condiciones ideales la respuesta a esa pregunta es afirmativa. O sea, puede parecer fácil demostrar teóricamente que, incluso el doble de la población actual del planeta podría ser mantenida con sólo repartir equitativamente la riqueza, reducir el consumo de carne al mínimo y aplicar las técnicas más modernas en todos los cultivares. En la práctica, hay muchas razones que demuestran que el problema de la superpoblación es muy grave y sin fácil solución. En este artículo pretendemos estudiar el problema y aportar algunas soluciones viables, aunque no sean fáciles de llevar a la práctica. Incluimos algunas citas de personajes estudiosos de los distintos problemas y datos reales contrastados, para dejar claro que el asunto no es una cuestión de opiniones personales, todas ellas respetables.

Historia

Hace 3.500 millones de años aproximadamente surge la vida en el planeta Tierra y hace unos 4 millones de años es cuando aparece el primer miembro de la Familia de los homínidos (del Género Australopithecus). El primer miembro de nuestra especie, el Homo Sapiens, aparece hace unos 100 mil años. Desde entonces y hasta el año 1500 d.C. el crecimiento en el número de humanos ha sido continuo, pero tan lentamente que algunos científicos lo consideran como «estado estacionario«. Es importante destacar que la invención de la agricultura (hace unos 10.000 años) fue un paso importante y en ella (en su expansión y en la mejora de sus técnicas) se basa gran parte de la revolución demográfica posterior al año 1500. Tengamos en cuenta que cuando se inventó la agricultura habría unos 5 millones de habitantes, en el año 1500 la población no llegaba a los 500 millones, en el año 1800 ya se alcanzaron los 1.000 millones y actualmente, en el año 2000, ya hemos llegado a los 6.000 millones de habitantes (ver Figura 1).

Figura 1: Crecimiento de la población mundial en número de habitantes y variación del incremento anual (Fuente: Sección de Población de las Naciones Unidas).

Figura 1: Crecimiento de la población mundial en número de habitantes y variación del incremento anual
(Fuente: Sección de Población de las Naciones Unidas).

Por supuesto, la revolución industrial (empezada en 1750 aproximadamente) fue decisiva en el crecimiento demográfico y en el cambio de costumbres, principalmente por la mejora de las condiciones de vida, desaparición del hambre, expansión de servicios sanitarios y su clara influencia en la disminución de la tasa de mortalidad y aumento de la edad media de vida.

De los 6.000 millones de habitantes actuales, aproximadamente la sexta parte viven en los llamados países ricos, donde el crecimiento empieza a estancarse, mientras que en los pobres la tasa de crecimiento sigue en aumento continuo y vertiginoso, como puede observarse en la Tabla 1. Esto es debido a muchos factores, como veremos más adelante, pero en gran parte es debido a la juventud de la población mundial (ver Figura 2 y Tabla 2), en la que más del 30% tienen menos de 15 años y este porcentaje aumenta mucho en las regiones menos desarrolladas, a la vez que disminuye su edad media.

Zona
1750
1800
1850
1900
1950
1999
2050
2150
A. Población (en millones de habitantes)
MUNDO
791
978
1.262
1.650
2.521
5.978
8.909
9.746
África
106
107
111
133
221
767
1.766
2.308
Asia
502
635
809
947
1.402
3.634
5.268
5.561
Europa
163
203
276
408
547
729
628
517
América Latina y Caribeña
16
24
38
74
167
511
809
912
América del Norte
2
7
26
82
172
307
392
398
Oceanía
2
2
2
6
13
30
46
51
B. Porcentajes de Distribución (%)
MUNDO
100
100
100
100
100
100
100
100
África
13.4
10.9
8.8
8.1
8.8
12.8
19.8
23.7
Asia
63.5
64.9
64.1
57.4
55.6
60.8
59.1
57.1
Europa
20.6
20.8
21.9
24.7
21.7
12.2
7.0
5.3
América Latina y Caribeña
2.0
2.5
3.0
4.5
6.6
8.5
9.1
9.4
América del Norte
0.3
0.7
2.1
5.0
6.8
5.1
4.4
4.1
Oceanía
0.3
0.2
0.2
0.4
0.5
0.5
0.5
0.5

Tabla 1: Crecimiento demográfico mundial por continentes, en cantidad y porcentaje
(Fuente: Sección de Población de las Naciones Unidas).

Figura 2: Porcentaje de la población mundial según tres rangos de edades (Fuente: Sección de Población de las Naciones Unidas).

Figura 2: Porcentaje de la población mundial según tres rangos de edades
(Fuente: Sección de Población de las Naciones Unidas).

 

Zona Edad Media (años) % con 60 años o más
1950 1999 2050 1950 1999 2050
Total mundial 23.5 26.4 37.8 8.1 9.9 22.1
Regiones más desarrolladas 28.6 37.2 45.6 11.7 19.3 32.5
Regiones menos desarrolladas 21.3 24.2 36.7 6.4 7.6 20.6

Tabla 2: Edad media y porcentaje de personas de 60 o más años
(Fuente: Sección de Población de las Naciones Unidas).

China es el país más poblado del mundo con cerca de 1.300 millones de habitantes, de los que el 26% tiene menos de 15 años, por lo que su crecimiento seguirá a pesar de los esfuerzos por controlarlo. Unos 50 millones de chinos abandonan el campo anualmente para trabajar en las industrias de las ciudades. La India también ha superado recientemente los 1.000 millones de habitantes.

El problema o… mejor dicho, los PROBLEMAS

El 45% de la población mundial vive en áreas urbanas. Pero, las materias primas alimentarias se generan, en su inmensa mayoría, fuera de las ciudades. En todas las ciudades de países ricos y pobres (especialmente en las grandes) conviven áreas de pobreza al límite de la supervivencia. No obstante, la migración a las ciudades se produce y se seguirá produciendo debido a que las condiciones de vida en aldeas rurales no suelen ser mucho mejores que en esas bolsas de pobreza y, además, las posibilidades de mejorar son escasas, mientras que en las ciudades esas posibilidades aparentan ser mayores.

La población de África se incrementa en 1 millón de personas cada 3 semanas. Se espera que se doble su población en el 2025. Este crecimiento causa graves problemas que se juntan a los ocasionados por el alto número de refugiados (Congo, Ruanda, Irán, Kosovo…) que suelen vivir en zonas con escasos servicios pero provocando graves daños. Los problemas derivados de esto son abuso de la riqueza natural, causando deforestación (en África se planta un árbol por cada 29 que se cortan), desertización, contaminación de aguas que no se depuran, escasez de agua, expansión de enfermedades, destrucción de la vida salvaje…

La población mundial tiene una esperanza de vida media de unos 65.4 años, pero está desigualmente repartida por países y por sexos (67.6 para las mujeres y 63.2 para los hombres). Mientras que en los países ricos las mujeres tienen una esperanza de vida de unos 5 años más que el hombre, en los países pobres esa ventaja de las mujeres se reduce a unos 2 años. Por países, los de mayor esperanza de vida media son: Japón (80.0), Islandia (79.0), Canadá (79.0), Martinica (78.8), Suiza (78.6), Suecia (78.5), China con Hong Kong (78.5), Australia (78.2), Italia (78.2) y Noruega (78.1). Los países con menor esperanza de vida son: Sierra Leona (37.2), Malawi (39.3), Uganda (39.6), Zambia (40.1), Ruanda (40.5), Burundi (42.4), Etiopía (43.3), Zimbabwe (44.1), Burkina Faso (44.4) y la República Centroafricana (44.9). Entre Japón y Sierra Leona hay una diferencia en la esperanza de vida de más de 42 años.

Carl Sagan (1934-1996), doctor estadounidense en astronomía y astrofísica muy laureado por su trayectoria como científico y escritor y al que recientemente se le ha dedicado un cráter de 95 km. de diámetro cerca del ecuador de Marte, en su obra póstuma «Miles de Millones« («Billions and billions», 1997) asevera que «nos hallamos claramente en una fase de abrupto crecimiento exponencial» y que «si el periodo de duplicación se mantiene constante, dentro de 40 años habrá 12.000 millones; dentro de 80, 24.000 millones; al cabo de 120 años, 48.000 millones… Sin embargo, pocos creen que la Tierra pueda dar cabida a tanta gente».

Pero no hay que irse al año 2120 para ver los problemas, pues los problemas los tenemos ya aquí, adoptando muchas formas, pero con las mismas raíces basadas en el abuso y la riqueza de unos pocos, apoyada en la pobreza de muchos y en graves daños medioambientales que nos afectan a todos. Un problema es que esa «riqueza de unos pocos« se refiere a unos «pocos« en comparación con la población mundial, pero son «muchos« si lo que miramos es el daño que hacen con ese uso abusivo de esa «riqueza«.

Todos los indicios incitan a pensar que el abrupto crecimiento demográfico actual será, en un futuro, mucho más problemático que el ya pasado, pues estamos hablando de una población mucho mayor en un mundo mucho más gastado (escasez de materias primas, fósforo, petróleo…) y más deteriorado (contaminación de mares, ríos, aire…), que pueden hacer estallar problemas de muy diversa índole (sociales, políticos, alimentación, energía…). Por ejemplo, aplicar técnicas de agricultura moderna en todos los terrenos de cultivo mundiales supone un gasto en petróleo, fósforo (para abonos) y otras materias primas que hace que no sea viable, por la escasez de algunas de estas materias y por las consecuencias de su uso abusivo. Es muy posible incluso, que muchos de los problemas que surjan en el futuro por estas causas, sean imposibles de imaginar hoy.

La capacidad del mundo es muy discutida. Mientras algunos ponen el tope en 8 billones, otros hablan de 50 billones, pero, eso sí, alimentados a base de pan y agua. El físico italiano Cesare Marchetti habla de un billón de personas alimentadas exclusivamente con comida sintética y usando principalmente energía nuclear. Los más realistas no se plantean ese problema, sino que se cuestionan de qué sirve que la población actual pueda ser teóricamente alimentada si, en la práctica, todos los días mueren miles de personas por el hambre, una persona cada 3.6 segundos y el 75% son niños, según el programa de las Naciones Unidas para la alimentación mundial.

Las causas de esta tragedia no son la falta de alimentos en sí misma sino que suelen ser problemas económicos, políticos y bélicos. Podría, aumentarse la producción de alimentos en esas zonas, aplicando técnicas modernas pero esto requiere el consumo de unas materias primas (energía, fertilizantes, insecticidas…) con la contaminación que ello acarrea y la subida de precios que sufrirían al haber mayor demanda. Probablemente, si se resolviera ese problema la población de los países pobres podría producir suficiente comida, pero su situación podría agravarse pues su crecimiento exponencial traería, casi sin duda, luchas por las tierras, por la vivienda e incluso su crecimiento económico podría llevar a que muchos terrenos de cultivo se perdieran para dedicarse a la industria (algo muy frecuente en países desarrollados). También hay que tener en cuenta las desventajas de extender la agricultura intensiva y los grandes monocultivos que tienden a disminuir la biodiversidad y a que las consecuencias de las plagas sean peores, lo cual, se pretende resolver utilizando más insecticidas. No hacen falta grandes demostraciones para ver claro que el abuso de los insecticidas es perjudicial para la salud humana, para los ecosistemas, para la calidad del agua y para muchos más factores, pero una agricultura ecológica es, en principio, menos productiva y más laboriosa que la agricultura intensiva moderna. La disyuntiva está entre producir mucho alimento y producirlo de buena calidad.

Encima, en el sistema actual, para producir (lo que sea) se requiere energía. El control de la energía ha sido el que ha permitido el desarrollo tecnológico e industrial del hombre y ha hecho disponer hoy día, en algunos países, de situaciones de bienestar inimaginables hace apenas unos años. Si se dispusiera de toda la energía que se quisiera el problema sería menor y muy diferente, pero todo lo dicho se debe, principalmente, al uso de energías fósiles (carbón, petróleo, gas…) que son finitas y contaminan muchísimo. La energía eléctrica suele producirse en centrales térmicas, quemando carbón o petróleo, o nucleares, con sus riesgos y la generación de residuos radiactivos. Más adelante, volveremos a hablar sobre la energía.

¿Crecimiento Económico?

El crecimiento económico e industrial de los países pobres está de antemano limitado, pues es evidente, y en eso están de acuerdo todos los científicos y muchas ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) de ayuda al desarrollo, que el sistema de vida de EE.UU., por ejemplo, no puede implantarse en todo el mundo. Si al ritmo frenético de consumo y contaminación de ese país, le sumamos el del resto de países ricos (Europa, Japón, Canadá…) las consecuencias medioambientales son desastrosas, como vemos en cada periódico o telediario. Por eso, es una badomía pretender que los habitantes de países pobres alcancen un nivel de vida similar al de los estadounidenses, y en ese camino podemos encontrar el fin de la Humanidad, o de la vida en la Tierra.

La pregunta que se hace en muchos foros sobre ecología, cambio climático, economía y otros temas es: ¿Quien tiene derecho a contaminar más y por qué?. La respuesta es obvia y por eso se intenta poner una cuota en la contaminación máxima de cada país (pero… ¿se piensa en el derecho a contaminar de las generaciones futuras?). También se pretende regular la venta de esa cuota de unos países a otros. La iniciativa es buena, aunque algunos acuerdos adoptados (como los de la conferencia de Kioto de 1997) no están siendo cumplidos, por lo que sólo se quedan en una declaración de intenciones que, aunque no es poco, no es suficiente. Decimos que «no es poco«, porque se ha reconocido clara y públicamente la responsabilidad de los países ricos en la contaminación mundial y su obligación de reducir esa contaminación. Ese es el primer paso. Esperemos que el siguiente paso no sea demasiado tarde, aunque quizás ya lo sea, pues los cambios sobre el clima y la naturaleza no afectan rápidamente, sino que sus efectos globales pueden tardar en notarse decenas de años. Y se está haciendo más tarde, si tenemos en cuenta el rotundo fracaso de la reciente Cumbre del Clima, celebrada en La Haya (Holanda) en Noviembre de 2000, en la que un grupo de países (Japón, Canadá…), liderado por Estados Unidos se negaron a firmar un acuerdo para la reducción de las emisiones de CO2. El presidente de la reunión, el ministro holandés de Medio Ambiente, Jan Pronk, resumía diciendo que «hay que admitir que no hemos estado a la altura de lo que el mundo esperaba de nosotros».

Los Estados Unidos forman el país con mayor nivel de consumo del mundo. Estados Unidos tiene el 5% de la población mundial, produce el 21% de los bienes y servicios, consume el 25% de la energía no renovable del mundo, gasta el 33% del papel mundial y genera el 25% de la basura mundial (cualquier restaurante típico estadounidense de hamburguesas y comida rápida es una buena prueba de ello). Cada habitante de China, por ejemplo, consume algo más de la mitad de la energía media consumida por cada habitante del mundo, mientras que cada estadounidense consume más de 8 veces esa energía media. Por si fuera poco significativo ese dato, añadimos que Estados Unidos es el mayor exportador de cereales del mundo y, lógicamente, los exporta de países más pobres. La importación de alimentos ocurre también en todos los países ricos y, todos ellos, los exportan de países más pobres que necesitan esos alimentos más que los ellos. Esto sugiere una sobrealimentación de los ciudadanos de los países ricos, de la que hablaremos más adelante.

El 20% de la población reside en los países ricos del Norte y gasta el 80% de todos los recursos del planeta. Además, la inmensa mayoría de esos recursos o no son renovables o no se renuevan, vertiéndose en forma de contaminación a ríos, mares, lagos, aire o, en el mejor caso, almacenándose en basureros muchos de ellos sin control (contaminando aguas subterráneas…). Como dicen los científicos Paul y Anne Ehrlich, «gran parte de lo que hoy se considera «producción» ocasiona graves daños ecológicos, aunque esto no aparezca nunca en las hojas de balance. El resultado es una falsa impresión de riqueza».

El problema está cuando las empresas buscan los beneficios rápidos, sin pensar en si su actividad es sostenible a largo plazo. La industria ballenera, por ejemplo, se niega a cazar por debajo del límite que le permitiría subsistir a largo plazo y prefiere cazar el máximo de ballenas, aunque esto acabe con su actividad. Por desgracia, este no es un ejemplo aislado.

Degradación Ambiental

Hemos visto ya que la degradación ambiental y sus consecuencias es otro gran problema: deforestación a escala mundial, calentamiento global (efecto invernadero), cambio climático, crecimiento del nivel de los mares, el agujero en la capa de ozono que crece cada vez más a pesar de la prohibición de utilizar algunos gases, crecimiento imparable de las basuras, la energía atómica y los residuos fósiles, pérdida de biodiversidad, escasez de pesca, lluvia ácida, contaminación de aguas dulces y saladas, agotamiento del suelo superficial y pérdida de terrenos de cultivo, descenso en más del 50% del número de espermatozoides en humanos (desde 1940), aumento de ciertas enfermedades (respiratorias, cánceres…), contaminación genética con resultados impredecibles…

El aumento de las zonas desérticas es un gran problema y, el principal culpable es el hombre, según los expertos (como Colombo y Turani). Las causas son diversas y entre ellas están la sobreexplotación de acuíferos que puede hacer aumentar la salinidad o alcalinidad del terreno hasta hacerlo inutilizable, la deforestación, el cambio climático, la mala gestión del agua y la construcción de presas que retienen el agua pero también el limo y los materiales orgánicos que arrastran los ríos, y hace que los terrenos cercanos sean menos fértiles en poco tiempo. La presa de Assuán en Egipto es un claro ejemplo de eso, pues ocasionó que terrenos que habían sido fértiles durante años tuvieran que utilizar fertilizantes para poder seguir usándose (con el daño económico y ecológico que ocasiona). También, al disminuir las sustancias nutritivas del Nilo, la vida en el río se ha reducido y la pesca en la desembocadura casi ha desaparecido, cuando antes era muy abundante.

Pérdida de Biodiversidad

Joaquín Araújo (periodista y escritor naturalista español) en su libro «Ecos… lógicos, para entender la Ecología» (2000) sostiene que «este planeta alberga de 20 a 100 millones de animales y plantas diferentes. (…) el 25% de esta inmensa riqueza está en peligro. Todos los días, y desde hace varios decenios, de una hasta tal vez 140 especies se despiden para siempre expulsadas por evitables actividades humanas. (…) Ritmo a comparar con la media de una extinción al año que ha sido la norma desde que existe vida en el planeta».

Otros autores son más pesimistas en cuanto al número de especies existentes, pero todos coinciden en que el ritmo de extinción es excesivo y en que los esfuerzos por salvar a los grandes animales de su extinción (tigre, ballena, lince ibérico…) son muy importantes pero simbólicos al lado de las 31.000 especies de animales y plantas que se consideran amenazadas. Los insectos son los gran olvidados, ¿por ser tan pequeños?, ¿por ser tan numerosos?. Son pequeños y numerosos pero fundamentales en la polinización, la base alimenticia directa o indirecta de millones de otras especies… y otras características que los hacen NECESARIOS. Los beneficios de la biodiversidad son tan grandes y tan obvios que no nos vamos a entretener en ese tema.

Consumismo

Como ya hemos apuntado anteriormente, si el ritmo de consumo de los países ricos llegara a los pobres, el colapso sería inmediato. De hecho, por culpa del consumo exacerbado de los países ricos, unos 8.100 metros cuadrados (unos 2 acres) de bosque tropical desaparecen cada segundo. Joaquín Araújo sostiene que: «A la velocidad de consumo actual, el colapso está literalmente garantizado antes de medio siglo (…) La generación viva de los 20 países «desarrollados», ha consumido más energía, materias, naturaleza en suma, que las 460 precedentes y actuales en el resto del planeta. Es decir: más que todos los otros miembros de nuestra especie desde que ésta existe».

Otro dato revelador es que aún no llega al 9% el porcentaje de humanidad que viaja en coche. Y si sube la gasolina más de lo esperado las protestas no se hacen esperar en una sociedad (la de los países ricos) que sólo se mira el ombligo de su propio bienestar. Por si fuera poco, ya no se contentan con carreteras buenas, tienen que ser autopistas, catedrales del culto a la velocidad al que demasiadas veces se ofrece la vida en sacrificio. Nuestras autopistas rompen todo a su paso, cultivares, bosques, montañas, prados… y separa para siempre grupos animales. Si los conductores fueran conscientes del daño que provoca «el coche«, y no sólo sus emisiones tóxicas, cambiarían sus hábitos, si la sensatez dejara paso al egoísmo de la comodidad. Por ahorrar 5 minutos y evitarnos andar un rato consideramos herético dudar de las ventajas de los coches y sus autopistas.

En el libro «Rebelión en la Tienda. Opciones de Consumo, Opciones de Justicia» escrito por el Centro Nuovo Modello di Sviluppo-Cric, se muestra como algunas actuaciones típicas de los países ricos afecta muy negativamente a los países más pobres y que el consumo despiadado de los ricos está destrozando el planeta y aumentando la pobreza de los pobres. Así, llegan a afirmar que «universalizar el estilo de vida del primer mundo implicaría la necesidad de disponer de 6 planetas Tierra como fuente de materias primas y basurero». Y esto es obvio, porque, repetimos, no es sostenible que todos los ciudadanos del planeta consuman tantos bienes, materias y energía como lo hacen los ciudadanos del primer mundo (especialmente EE.UU.). ¿Acaso los chinos o los sudaneses, por ejemplo, no tienen el mismo derecho que otros a tener uno o varios coches por familia, y varias televisiones, y microondas, y teléfonos móviles, y consumir ropa anualmente, y consumir tantos pañuelos de papel, y tantos muebles, y tantos…? El caso es que aunque tienen el mismo derecho, si lo hicieran, el colapso sería inmediato.

Vivir Rápido, para Llegar… ¿A Dónde?

La cultura del éxito y la competitividad, es decir, el intentar no mejorarnos a nosotros mismos por superación personal, sino ser mejores que los demás a costa de lo que sea, es también desastroso para la Naturaleza y para nuestra sociedad. Araújo también afirma que «aquello de «más alto, más fuerte, más rápido», que no estaba nada mal como retos físicos personales, es hoy, en realidad, más dinero, más fama y más poder». Pensemos que cuando uno gana suelen ser muchos los que pierden y no estaría de sobra un poco de humildad sobre los perdedores: repartir beneficios entre ellos, sean humanos o sea, como tantas veces, la Naturaleza la que sale perdiendo, sin contabilizar esa pérdida en el balance final. A esto, hay que añadir que el afán de ser el primero nos quita salud (con tanto estrés y tantas prisas) y tiempo para disfrutar de la familia, los amigos, la lectura… ¿Por qué olvidaremos tan fácilmente que la vida es corta?

El Consumo Abusivo de Carne

En este mundo, donde la riqueza está tan mal repartida y donde ya somos tantos humanos, comer en exceso es, realmente, un gran problema. Un solo dato: cada kilogramo de carne ha necesitado 1.000 litros de agua para formarse y otros 100 de alimentos vegetales. Un kilogramo de cereal sólo precisa 100 litros y unos pocos gramos de abonos. Así, es claro que comer carne es un privilegio: En norteamérica se ingieren 132 kilogramos anuales por habitante, en Indostán son 2 y en España son 90. La cifra española ya supera en un 30% lo recomendado por la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud). La media mundial estaría en unos 30 kilogramos anuales. Según algunas fuentes, con el 15% de los cereales empleados en el engorde de ganado se podría solucionar el hambre crónica del llamado Tercer Mundo. Una vez más, nos hacemos eco de las palabras de Araújo que pide una reducción en el consumo de carne porque, aunque su precio podamos pagarlo, el planeta no puede pagar el precio de sobrealimentar a tanta población: «mientras el 10% de los humanos ingerimos diariamente un 40% más de lo estrictamente necesario y enfermamos por comer demasiado, el 40% de la humanidad tampoco está muy sana porque ingiere un 10% diario menos de lo imprescindible. Otros casi 500 millones pasan hambre crónica. (…) El espectacular incremento del vegetarianismo en los países industrializados, identificado por los sociólogos como la más relevante demostración del aumento de la conciencia ambiental. (…) Para empezar hay demasiado ganado en el mundo (…) más de tres por cada ser humano. A ellos destinamos el 30% de la producción agraria final y algo más del 50% de la superficie productiva del planeta. Al mismo tiempo, los ganados contribuyen con sus cuescos de metano a la destrucción del ozono y con su demanda de pastos a un retroceso notable de los bosques, sobre todo tropicales».

El ecologista brasileño Chicho Méndez (1944-1988) fue asesinado un 22 de Diciembre por defender la selva amazónica contra los ganaderos. Las palabras que nos dejó, bien merecen una reflexión: «Al principio creí que luchaba para salvar los árboles del caucho; luego creí que luchaba por salvar la selva amazónica; ahora me he dado cuenta de que estoy luchando por la Humanidad».

Desgraciadamente, en los países ricos hay demasiada gente cuyo trabajo no consiste en producir alimentos y hacen depender su alimentación de la agricultura y ganadería intensivas y del buen funcionamiento de los transportes. Con el crecimiento demográfico la situación, lógicamente, empeorará más aún.

El Agua

Más de 1.000 millones de personas no poseen agua potable y casi 3.000 padecen una falta de higiene grave. El acceso al agua se está convirtiendo también en una lucha de intereses en algunos países (como España), donde cada vez escasea más. Queda claro que el agua es un bien preciado y que su posesión es un lujo, aunque, por desgracia, muchas veces los que lo poseen no son conscientes de ello. Si Vd. piensa que tener libertad para consumir toda el agua que se desee no es un lujo es que Vd. se incluye en este último grupo.

Más aún, en España, por ejemplo, la mayoría de sus ríos están contaminados y llenos de basuras y, a pesar de ser el país europeo con mayores problemas de agua, es de los que más se consume (o derrocha) y de los que está más barata. Un estudio del Consejo Mundial del Agua revela que de los grandes ríos del mundo sólo el río Amazonas y el río Congo están en condiciones aceptables.

Muchas veces se piensa que la solución está en construir más embalses, sin pensar que el agua la necesita el río y toda la fauna y flora que lo habita y lo rodea, que la tuvieron y conservaron durante siglos. La cuestión no es si vale más la vida de un pez o de una persona, sino que necesitamos los peces para vivir y por tanto, necesitamos no derrochar agua. En el Amazonas los embalses están destruyendo grandes áreas, por lo que las ONGs brasileñas convocan el 14 de Marzo de todos los años una jornada de protesta y reflexión, en lo que se ha convertido en el Día Internacional contra los Grandes Embalses. También existe el Día Mundial del Agua, que se celebra cada 22 de Marzo, el Día Mundial SIN coche de cada 22 de Septiembre, el Día Mundial del Medio Ambiente que es el 5 de Junio, el Día Mundial de la Alimentación, el 16 de Octubre, el Día Mundial contra la esclavitud infantil, el 16 de Abril, el Día Mundial de Rechazo a la Miseria, el 17 de Octubre… Fechas para reflexionar y algo más, pero… ¿lo hacemos?

Siguiendo con el problema del agua, en España, se ha planteado hacer una obra faraónica (de más de 700.000 millones de pesetas) para trasvasar agua de ríos del Norte a ríos del Sur, cuando el trasvase ya existente entre el río Tajo y el Segura ha demostrado ser nefasto para la fauna del Tajo. Incluso, un agricultor de Murcia, en el Sur, decía que bastaría con el agua que se utiliza en Verano en las piscinas particulares. A eso, podemos sumar el derroche de agua de un turismo masivo e inconsciente y la existencia de regadíos ilegalmente establecidos. Claro, el turismo da mucho dinero, pero el dinero no se come.

¿Pobreza?… ¿Dónde?

Quizás el mayor problema es la pobreza mundial, otra demostración clara e inequívoca del egoísmo humano. Es curioso constatar que la mayoría de los países ricos dicen considerarse mayoritariamente de alguna religión cristiana, seguidores de Cristo, que dicen que vivió en la pobreza y predicó el amor a los pobres. Es curioso también ver que las celebraciones cristianas de la Navidad son auténticos ejemplos del poderío económico y del despilfarro (luces por todos los sitios, comidas copiosas, consumismo exacerbado, compras de regalos absurdos e innecesarios…), cuando lo que celebran es el nacimiento de su Dios, convencidos de que fue en la más absoluta pobreza.

El psicólogo Daniel Goleman, en su libro «Inteligencia Emocional» (1995) indica los trastornos psíquicos que la pobreza deja en los niños. Y se refiere principalmente a la pobreza existente en las grandes ciudades de los países ricos. Imaginemos por un momento el mismo problema pero en países pobres y/o con guerras.

El exilio rural a las ciudades no es siempre un cambio a mejor pues en las ciudades viven 700 millones de pobres extremos (serán 1.000 millones en 20 años), según datos de la Alianza Mundial de Ciudades contra la Pobreza (AMCP) fundada por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y que sostiene que el desigual reparto mundial, también se da en las ciudades, a pesar de que estas crean el 60% del Producto Nacional Bruto (PNB). Pueden verse más datos para el asombro, por la indiferencia que producen, en la Tabla 3.

Personas sin vivienda digna 1.000 millones
Personas sin techo alguno 100 millones (5 millones en los países ricos)
Analfabetismo entre adultos 840 millones
Población con menos de 40 años de esperanza de vida 20%
Niños con malnutrición grave o moderada 160 millones
Sin agua potable 1.200 millones
Mortandad por enfermedades infecciosas/parasitarias curables 7 millones al año
Porcentaje de mujeres pobres en países en desarrollo 70%
Porcentaje de mujeres analfabetas en países en desarrollo 65%
Porcentaje de mujeres refugiadas 80%
La suma del patrimonio de los 3 mayores multimillonarios equivale a Suma del PIB de los 48 países menos desarrollados
(600 millones hab.)
Deuda externa de los 20 países con mayor endeudamiento 5.500 millones de dólares
Gasto electoral en EE.UU. (Elecciones Noviembre 2000) Más de 4.000 millones de dólares (772.000 mill. pesetas)
Presupuesto del club de fútbol Real Madrid (2000/2001) 33.250 millones de pesetas

Tabla 3: Datos asombrosos.

Alimentos Transgénicos y Nuevas Tecnologías, ¿Soluciones o Problemas?

Algunos han visto la solución a la alimentación en la Ingeniería Genética. Sería ideal que así fuera, pero los riesgos de los alimentos transgénicos son tan altos y es tanto lo que nos jugamos que no podemos permitirnos «jugar a la ruleta rusa«. Demasiado se puede decir sobre esto pero tan sólo diremos que modificar los genes de plantas y alimentos es algo muy peligroso y que el principio de precaución debería siempre imperar, pues no es fácil predecir lo que ocurrirá. Ya se han detectado algunos efectos como la muerte de grandes poblaciones de insectos al cruzar campos transgénicos, resistencia a los antibióticos de algunas bacterias… El siguiente dato es esclarecedor: Los defensores de los alimentos transgénicos son grandes multinacionales agroquímicas que se dedican a intentar vender sus productos (semillas, herbicidas, plaguicidas químicos, fumigantes…) y algunos científicos de dudosa independencia, pues ya se han dado casos de científicos despedidos al publicar los resultados auténticos de sus investigaciones. Por otro lado, en contra de estos alimentos modificados genéticamente encontramos ecologistas, agricultores y algunos científicos, sin más intereses demostrados que conseguir un mundo mejor para todos y alimentos más sanos. No olvidemos que algunas semillas transgénicas son resistentes a determinados venenos insecticidas y tanto las semillas como los insecticidas son vendidos por la misma empresa agroquímica. Esto provoca además, un abuso en los insecticidas que envenena el campo, el aire y las aguas.

Los alimentos transgénicos no pueden solucionar el hambre del mundo porque el hambre no es un problema de falta de alimentación, sino de falta de buena partición de la riqueza. Si algún día los países pobres no tienen deuda externa y dedican sus terrenos para alimentarse y no para vender los productos a los ricos (té, cacao, café, algodón, cacahuetes…), entonces su hambre podrá ser saciada. No escondamos los auténticos hechos para sentirnos mejor.

Los avances técnicos, científicos, políticos o sociales se producen con tanta rapidez que a veces resulta imposible asimilarlos al ritmo en el que se producen. Esto lleva a una creciente globalización, en la que cada vez más estamos en un mundo que parece más pequeño y en el que las grandes distancias ya han desaparecido y las fronteras están, «quizás« demasiado abiertas para el comercio. Algunos quieren ver en estos avances una solución a estos problemas. No obstante, aunque es cierto que la solución (la que sea) no puede olvidar esos avances, también es cierto que estos cambios influyen principalmente en el mundo rico, aumentando aún más las diferencias existentes. A veces, incluso estos avances no sólo no influyen positivamente en los países más desfavorecidos sino que su influencia es negativa. Ejemplos de esto hay para escribir un libro y, de hecho, se han escrito bastantes (como el de «Rebelión en la tienda» que citábamos antes). Entre estos ejemplos podemos citar las explotaciones petrolíferas en países de hispanoamérica o África sin control de daños y sin medidas de seguridad tan estrictas como en Europa, la explotación infantil de niños asiáticos trabajando para empresas multinacionales de artículos deportivos o la exportación a nivel mundial de la dieta americana a base de hamburguesas ricas en grasas y proteínas animales (además de producir multitud de basuras en envases de «usar y tirar« y ser responsables directos de la deforestación amazónica para crear pastos para vacas).

La Energía

Ya hemos visto anteriormente la fuerte dependencia que tiene el mundo actual de la energía y esa dependencia es cada vez mayor. Hasta la segunda mitad del siglo XX en todos los países, incluidos los más desarrollados, la mayoría de la población se contentaba con tener un trabajo digno que le permitiera comer y mantener una familia. En la sociedad actual de los países ricos la mayoría de la población aspira a más que eso y, por eso, es frecuente que no se acepten determinados trabajos «duros« (en el campo, por ejemplo) dejando esos empleos en manos de inmigrantes, que son menos exigentes. Las clases medias de los países ricos se pueden permitir multitud de «lujos« impensables en otros países o hace no muchos años (varias viviendas, coches, televisores, frigoríficos, ordenadores…). Por supuesto, eso supone un aumento en la calidad de vida y eso es, así visto, indudablemente muy bueno.

El problema surge cuando se observa que muchos de esos «lujos« necesitan energía para producirse y para funcionar. Recordemos que la inmensa mayoría de la energía eléctrica actual se produce de forma no limpia, principalmente en centrales térmicas (carbón, petróleo) o nucleares. Es una pena, en nuestra opinión, que los ciudadanos de los países ricos estén tan acostumbrados a esos lujos que no los aprecien en su justa medida.

La dependencia del petróleo es tan inmensa, por ejemplo, que una subida brusca en su precio provocó en el año 2000 fuertes manifestaciones de diversos colectivos (agricultores, transportistas…) en bastantes países de Europa (Francia, España…). Este problema se hace aún mayor en cuanto añadimos el progresivo desarrollo de los países más desfavorecidos que, lógicamente quieren desarrollarse a costa de consumir más energía. El crecimiento demográfico es otro factor que induce a pensar que en el futuro se consumirá mucha más energía.

Es urgente ir desplazando la dependencia del petróleo, por otras fuentes de energía. Además de las razones ya expuestas para hacerlo, están las siguientes:

  1. Es una fuente de energía finita, aunque se sospecha que hay petróleo para, al menos, 50 años más.
  2. Crea una fuerte dependencia de los países productores y está en su mano provocar disturbios sociales en los países consumidores. Esto se irá agravando conforme se incremente el consumo de petróleo, especialmente por los países en desarrollo que, no pueden optar por otras fuentes de energía. Así, una posible revuelta en Arabia Saudita, uno de los principales exportadores de petróleo, podría afectar a medio mundo. De ahí se explica la rentabilidad de la guerra del Golfo (1990-1991) en la que los países desarrollados (con EE.UU. a la cabeza) defendieron Kuwayt (otro gran productor de petróleo) de la invasión de Irak.
  3. Muchos científicos han advertido de los inconvenientes del petróleo y de los humos que se vierten a la atmósfera (cambio climático, aumento de los desastres climáticos naturales, desaparición de los polos, crecimiento del nivel de los océanos, desertización, aumento de enfermedades respiratorias…). Una prueba de esto es el hecho de que la isla James Ross, en la antártida, fuera hace pocos años circunnavegada por primera vez por el barco Artic Sunrise de la organización ecologista GreenPeace. Anteriormente fue imposible hacerlo debido a que la isla había estado unida al continente por un enorme banco de hielo. Aparte hay que considerar la contaminación que se produce en los lugares de extracción o por accidentes de petroleros, roturas de oleoductos…
  4. Con petróleo pueden fabricarse multitud de materias primas (fibras, plásticos…). De ahí que algunos insten a no usar el petróleo en usos en los que hay alternativas fáciles, como en centrales eléctricas, que pueden usar carbón. Aparte, están las fuentes de energía limpias que veremos a continuación.

¿Soluciones?

Hemos visto, muy resumidamente, algunos de los problemas que se plantean por el hecho de ser muchos habitantes en un mundo, por una parte con recursos tan limitados y por otra con esos recursos tan mal repartidos y tan mal explotados, donde el hombre, demasiadas veces, piensa localmente sin ni siquiera intentar tener una visión global de las consecuencias de determinados actos. Por esto, un «grito de guerra« muy extendido por muchas ONGs de ayuda al desarrollo de países pobres es el siguiente: «Piensa globalmente y actúa localmente».

Sí, porque pensar globalmente da una visión de las consecuencias a nivel global de cada acto local o personal. Sin embargo, actuar globalmente es difícil, pues los problemas son inabarcables para un ciudadano corriente. Las actuaciones a nivel global son, principalmente, para políticos y grandes empresarios y los demás podemos contentarnos con escribirles una carta con nuestros deseos u opiniones.

Por otro lado, está en nuestra mano actuar localmente, en cada uno de nuestros actos cotidianos. Demasiadas veces podemos elegir entre cerrar o no cerrar un grifo que gotea. Las pequeñas actuaciones locales tienen eco a nivel global, aunque muchas veces ese eco no pueda oírse y, por consiguiente, puede dar la sensación de no obtener recompensa. No hay que actuar localmente esperando ver las consecuencias, sino sabiendo que cada pequeño acto influye a nivel más global y más aún cuando se junta con miles de otros pequeños actos.

Por eso, los siguientes puntos no tienen mucho sentido si pensamos sólo localmente. Cerrar un grifo que gotea nos hace ahorrar poca agua, pero si ese ahorro lo juntamos con el ahorro de una ducha rápida y con el ahorro de miles de ciudadanos, obtenemos un resultado global muy interesante.

Entonces, si bien unos puntos van enfocados más bien a políticas generales otros se enfocan en nuestros actos cotidianos y todos deben ser leídos pensando en las consecuencias a nivel global de las actuaciones masivas a que se refieran. No está en nuestra mano evitar esas actuaciones masivas, sino simplemente controlar nuestros propios actos a nivel local, e incluso eso por sí solo puede no ser fácil, pero merece la pena intentarlo, ¿o no?. Así pues, aquí van algunas ¿soluciones?:

Considerar y Estudiar el Problema

Todos los políticos de todos los países deberían estudiar el problema del crecimiento demográfico y su influencia directa en los daños medioambientales. Los políticos, sean de la ideología que sean, deben ser conscientes de que aunque es más cómodo «esperar y ver«, puede ser que se llegue tarde con la solución. Un acuerdo sobre las políticas a desarrollar en este sentido es más necesario que nunca. Las alarmas están sonando, muchos son los que están avisando y pocos los que están actuando. Esta actitud «políticamente correcta«, debe cambiar.

Demasiadas veces, encima, las leyes sobre protección de la Naturaleza se incumplen reiteradamente, y es frecuente que los políticos estén más interesados en otros problemas que en estos. Por ejemplo, suele preocuparles el efecto del envejecimiento de la población, que haya muchos viejos no productivos, mantenidos por pocos jóvenes en activo, pero este problema no es tan grave si se estudia a fondo, como lo hicieron Paul y Anne Ehrlich:

  1. El crecimiento demográfico no puede mantenerse indefinidamente, por lo que el problema del envejecimiento tendrá que ser afrontado tarde o temprano. Si es tarde, la humanidad tendrá que solucionarlo en un mundo más desgastado, con mayor cantidad de ancianos y donde los problemas actuales sean aún más graves.
  2. Es cierto que los ancianos necesitan más cuidados médicos y este gasto podría aumentar estrepitosamente. Pero también es cierto que en un mundo con menos jóvenes bajaría la delincuencia, ya que una inmensa mayoría de los delincuentes tienen entre 16 y 30 años, y esto reduciría gastos del sistema judicial y los gastos sociales y económicos de estas actividades delictivas.
  3. Actualmente, las tasas de paro de casi todos los países (pobres y ricos) son mayores de lo deseable, por lo que de ahí podríamos deducir que «sobran« jóvenes. Esto influye en el punto anterior, ya que una alta tasa de paro hace aumentar la delincuencia.
  4. La inmigración, como veremos, puede ayudar a solventar varios problemas, y este es uno de ellos.
  5. Pensar que una mayor población joven es mejor para el bienestar del país es erróneo, como lo demuestran los casos de China e India.

Desarrollo Sostenible

En definitiva, los políticos son responsables de promover el desarrollo social, económico y científico y ese desarrollo debe tender, urgente y obligatoriamente, a lo que se ha llamado como «desarrollo sostenible«, algo que no está aún muy definido, pero que tiene, forzosamente, que contar con todos los factores que analizamos en el presente artículo.

Una buena definición para Desarrollo Sostenible es la aportada por el Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland: Nuestro Futuro Común, Oxford University Press, 1987): «Es el desarrollo que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas».

No Fomentar la Natalidad

Esto no quiere decir que se deba restringir el número de nacimientos como ya se está haciendo en China, al menos en un primer momento. En China sólo se permite un hijo por pareja, dos en zonas rurales, y el incumplimiento de esta ley provoca nacimientos clandestinos en malas condiciones y, lo que es más grave, miles de niños que no existen oficialmente, sin derecho a sanidad, educación…

Se deben respetar las libertades individuales, ampliar la información y la educación en general. Es posible que esa libertad para la procreación deba ser restringida, pero es un tema tan delicado que, al menos por ahora, está descartado totalmente, aunque los científicos Paul y Anne Ehrlich indican que «el precio de la libertad personal, por lo que afecta a la decisión de tener hijos, puede significar la destrucción del mundo en que viven nuestros hijos y nietos. El número de hijos que decida tener una persona tiene serias consecuencias en todas las naciones y, por tanto, afecta a toda la sociedad».

Por otra parte, todos los sectores de la sociedad coinciden en que el aborto no es una medida eficaz, y sí es muy traumática. Por tanto, las medidas deben reducir el número de hijos, especialmente los no deseados, a través de la información sobre las consecuencias de la superpoblación, sobre ética en las relaciones sexuales y sobre anticonceptivos. Otras políticas son también necesarias, como mejorar y agilizar la red de adopciones infantiles controlando y evitando el contrabando de niños.

Facilitar la Inmigración

Las Naciones Unidas, en un reciente informe, han propuesto que la migración es la solución más simple y quizás la única realista, para solucionar de un lado la pobreza extrema de países pobres y de otro la falta de mano de obra y el envejecimiento de la población en los países ricos. Por ejemplo, para mantener la actual relación entre trabajadores y retirados de Japón, este país necesitará 10 millones de inmigrantes cada año durante los próximos 50 años. Otra solución general a ese problema sería retrasar la edad de jubilación, lo cual, va en detrimento de la calidad de vida. Emma Martín, del grupo GEISA (Grupo de Estudio de las Identidades Socioculturales en Andalucía, España) indica, con respecto a la inmigración que «es cierto que hay brotes de delincuencia, pero éste es un comportamiento habitual en colectivos que están en situaciones de exclusión». También añade que la mayoría de los delitos son menores. En muchos casos los inmigrantes aceptan trabajos que no quieren los ciudadanos locales y, encima, es frecuente que los empresarios abusen de su situación de necesidad, pagándoles salarios poco dignos. Luego, se quejan de la situación de delincuencia cuando, en muchos casos, son ellos los que han colaborado a esa situación.

Hay que tener en cuenta que los emigrantes no emigran por gusto, sino por necesidad, por cuestiones personales que suelen ser demasiado duras y trágicas. Es obvio que el futuro de los países ricos pasa por aceptar cierto grado de inmigración y tanto los inmigrantes como los ciudadanos de los países receptores de tal inmigración debemos hacer un esfuerzo por una convivencia pacífica, en libertad y justicia. Todos saldremos ganando y cuanto antes lo asimilemos, mejor.

Intentar Frenar la Migración a las Ciudades

Existen pocos medios efectivos para paliar este problema (ayudas, implantar industrias en zonas rurales…). Este objetivo es muy difícil de conseguir, pues, como decíamos la gente espera que viviendo en las ciudades su vida mejore. En esto, como en el punto anterior, influyen mucho determinados programas y series de televisión, cuando son vistos en países en desarrollo, pues muchas veces muestran el lujo y comodidades de la vida en la ciudad y suponen, para muchos, un modelo de vida que desean alcanzar. No olvidemos que, en general, cuanto más grande es una ciudad, mayor cantidad de gente vive en ella en la pobreza extrema, independientemente de la riqueza del país. Nueva York o Ciudad de Méjico son un claro ejemplo.

Potenciar Fuentes de Energía Limpia: Solar, Eólica…

Se debería invertir más, tanto en su implantación como en su investigación. Es una clara necesidad. El mundo no puede permitirse la dependencia actual del petróleo, primera causa del efecto invernadero. Tenemos que encontrar la energía suficiente para los cerca de 3.000 millones de habitantes en los que crecerá la población mundial para el año 2050.

Las centrales nucleares no provocan, en síntesis, efecto invernadero pero sí unos riesgos, unos peligros y unos costos inadmisibles, que han hecho que en casi todo el mundo se esté aplicando una moratoria en la creación de nuevas centrales (como en EE.UU.) o el desmantelamiento de las existentes (como en Italia, Suecia o Alemania). Adicionalmente, un informe del «U.K. Royal Institute for International Affairs», de Inglaterra, revela que de las energías no fósiles (sin petróleo, carbón…), la energía nuclear es la que más CO2 vierte a la atmósfera, si se incluye todo el ciclo de la energía (minería del uranio, enriquecimiento del uranio, fabricación del combustible nuclear, construcción, funcionamiento y desmantelamiento del reactor nuclear, transporte y gestión de los residuos radiactivos…).

El físico americano Amory Lovins propone en vez de grandes centrales, pequeñas centrales de energía limpia cerca de los lugares de consumo e imagina 50 años para hacer la transición total. Los italianos Colombo y Bernardini creen mejor el sistema de energía centralizado pero dicen que para el año 2030, el 41% de la energía debería ser ecológica (17% de hidrocarburos, 31% de carbón y 11% de energía nuclear), que permita parar la migración a las ciudades pero sin volver a la dura vida del campo, sino que será una vida llena de tecnologías y de similar calidad a la vida en las ciudades.

Puede parecer que el ciudadano normal no puede hacer mucho para potenciar las fuentes de energía limpia, pero es falso. Aquí van algunas sugerencias:

  1. Escribir a políticos y a dirigentes de empresas energéticas para hacerles saber que queremos un mundo más limpio. Algunas empresas petroleras están invirtiendo ya en energía solar, algo que pedían muchos de sus accionistas.
  2. Entérate de la rentabilidad de instalar paneles solares en tu vivienda, edificio y propónlo también en tu lugar de trabajo. En España, la energía solar que no sea consumida por el productor puede venderse a las compañías eléctricas y éstas están obligadas a comprarla, por lo que la rentabilidad está garantizada en un plazo de tiempo menor. El principal inconveniente es que este tipo de instalaciones requieren un gran desembolso económico inicial. Es una tecnología aún demasiado cara, debido a que, por ahora, no hay la demanda suficiente. Pero España es un país con un sol espléndido y generoso. Es increíble que España tenga una producción de energía solar de las más bajas de Europa.
  3. En el municipio español de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real) se planea construir una central solar fotovoltaica de 10 MW de potencia (actualmente la mayor del mundo). Pero lo más novedoso es que su construcción se efectúa con capital popular, para que el que quiera invertir pueda hacerlo comprando acciones de esta empresa. El ayuntamiento de esta localidad manchega es uno de los principales promotores de esta iniciativa, junto con Valeriano Ruiz Hernández, Catedrático de Termodinámica de la Universidad de Sevilla y director del Instituto Andaluz de Energías Renovables.

Potenciar Políticas de Ahorro Energético

Todos podemos ahorrar algo nuestro consumo de energía (electricidad, gasolina…), y esto es muy necesario, más por motivos sociales y medioambientales que económicos. El ahorro por parte de empresas y organismos públicos es aún más necesario, por ejemplo, controlando el alumbrado público y usando políticas de ahorro en los edificios públicos (ministerios, ayuntamientos, hospitales, colegios, universidades…). Por supuesto, somos conscientes de que muchas políticas de ahorro energético requieren tiempo e inversiones y, por tanto, no pueden adoptarse de la noche a la mañana, pero es necesario reflexionar sobre esto, hacer los cambios y establecer los objetivos que se estimen convenientes. Algunas ideas al respecto son:

  1. Potenciar los transportes colectivos, especialmente los urbanos, que deberían ser gratuitos o a un precio mínimo y ridículo para los abonos. Así, se conseguiría que la gente utilizara más los transportes colectivos y menos el coche privado. Habría que poner más autobuses y habría menos atascos, menos humos y menos enfermedades respiratorias, alergias y otras dolencias directamente relacionadas con la polución. La financiación de esta medida puede salir, entre otras medidas, de los impuestos sobre la gasolina a particulares y de la publicidad en los, entonces, más numerosos autobuses.
  2. Subir los impuestos de carburantes para particulares (no a transportistas, agricultores…). Esos impuestos deberían emplearse en el apartado anterior y en plantar árboles que limpien el aire que ensucian los que queman esa gasolina. Se trata de seguir la máxima de «el que contamina, paga». No es justo que uno abuse del coche, porque puede pagarlo. El que quiera usar su coche, que lo use, pero que pague, en su justa medida, lo que vale contaminar el aire, contribuir al efecto invernadero y a la lluvia ácida, aumentar el tráfico y molestar a los demás.

Evitar el Consumismo

Diferenciar entre consumo (responsable) y consumismo. El consumismo es consumir lo innecesario, en cualquiera de sus formas, multitud de veces pensando simplemente en «puedo permitírmelo« y sin pensar en las consecuencias a nivel más global. El «puedo permitírmelo« está destrozando el planeta, pues aunque uno pueda permitirse pagar algo, el planeta no puede asumir tantos gastos.

Un ejemplo: tener ropa es bueno, es consumo, no consumismo, pero cuando uno hace acopio de ropa, cuando uno se compra más ropa de la necesaria, más ropa de la que puede gastar, almacenando la de años anteriores en perfecto estado (o casi), entonces, eso es consumismo (recordemos que tenemos un sólo cuerpo que vestir y una sola vida). Consumismo es comprar por comprar, gastar por gastar o tirar por tirar. Consumismo es correr con el coche, gastar pañuelos o servilletas de papel, dejar la TV o las luces encendidas sin usarse, comprar lo que se nos antoje simplemente si tenemos dinero suficiente… Si al menos existiera un sistema óptimo de reciclaje…

Pensemos que cada cosa que compramos ha necesitado GASTAR ciertos materiales y energía para su fabricación, aparte de gasolina para su transporte y otros gastos. En palabras de Araújo: «La religión del crecimiento como panacea es descreída en cuanto se resta el daño ambiental a las cuentas de resultados. El modelo CONSUMISTA queda socavado no sólo con la evidencia de su inviable futuro, sino también porque en nombre del individualismo destruye al individuo en cuanto esto no consigue triunfar».

Es también significativo que el consumo responsable es defendido por asociaciones ecologistas, pero también por asociaciones humanitarias y de ayuda al desarrollo (como Ayuda en Acción, por ejemplo), por el científico Lovins del que ya hemos hablado, y también por un grupo de Premios Nobel de la Paz que creó el Manifiesto 2000, por la paz, el respeto, la generosidad, el diálogo, el consumo responsable y la solidaridad (los 6 puntos de ese documento).

Colombo y Bernardini, afirman que su modelo con el 41% de energía ecológica en el año 2030 podría conseguirse a costa de que los países más desarrollados ralentizaran su desarrollo y su «carrera hacia el bienestar». Si esto no se produce, la feroz demanda energética será seguramente cubierta con energías sucias y sus negativas consecuencias a nivel mundial.

Criticar la publicidad en este entorno es considerado como querer retroceder, como una locura más del cómico Leo Bassi. Se considera un país más moderno y mejor, cuanto más invierta en publicidad, cuando en realidad, eso es sólo señal del poder económico. El catedrático de psiquiatría español Enrique Rojas Montes, en su libro «El hombre light» (1992) afirma que «el consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos crea falsas necesidades». En este sentido, la publicidad también debería considerarse como una actividad contaminante y, por tanto, exigir una cuota de los anunciantes que se empleara, por ejemplo, en plantar árboles o en limpiar ríos.

Lo que ocurre en las llamadas sociedades «modernas« es que se desvirtúa la función del dinero. El dinero deja de ser un medio para ser un fin. Se considera más listo al que más gana, independientemente de si su trabajo crea riqueza o pobreza. Ganar dinero con dinero es de listos especuladores, de listos inversores bursátiles o de otro tipo, sin plantearse siquiera qué de productivo tiene especular o simplemente invertir, pues el objetivo no es producir o mejorar, sino enriquecerse. Se valora lo caro más que lo valioso.

Y si damos una limosna (o un 0.7%) nos sentimos bien, aunque sea sólo una mínima parte de lo que nos sobra. ¿Cómo nos sentiríamos de bien si diéramos todo, aunque sea todo lo que nos sobra? Es difícil de averiguar, muy difícil.

Siguiendo a Araújo, criticamos aquí la tendencia al endeudamiento de los países ricos, especialmente EE.UU., donde la tasa de endeudamiento familiar es altísima. El invento de pedir un préstamo es formidable si no se abusa como se está haciendo en todos los países ricos, pues es curioso que sean los ricos los que más préstamos piden. Pedir un préstamo para permitirnos consumir más (coche nuevo, varias viviendas, renovar muebles…) es un lujo inaceptable desde un punto de vista global, aunque las sociedades ricas sean muy reacias a admitirlo.

Austeridad Ecológica Sostenible y Feliz: «Nequid Nimis»

Vivir humildemente como forma de alcanzar la felicidad: El consumismo es nefasto para la Naturaleza y para nuestros semejantes, pero además, debemos ser conscientes de la mejor forma de ser rico, dada por el filósofo griego Epicuro de Samos (341-270 a.C.): «¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia». Este sistema de vida se apoya directamente en una expresión de algunos filósofos presocráticos: «Nequid Nimis» («de nada demasiado»). Aunque, como pronosticó Epicuro, «nada es suficiente para quien lo suficiente es poco».

«Carpe diem, carpe horam»

Quintus Horatius Flaccus, más conocido como Horacio (65-8 a.C.), fue un poeta latino, educado en Roma y Grecia, que escribió en una de sus odas la famosa expresión «Carpe diem, carpe horam» («Aprovecha el día, aprovecha la hora» o, resumidamente, «Disfruta el momento»), expresión propia de la filosofía epicúrea. Esto entra en contradicción con la filosofía actual de vivir bajo presión de ser mejor que los demás o de que es mejor el que más gana. Debemos preocuparnos más por los demás y más por nuestro interior, pues, si miramos en nuestro interior, veremos que muchas de las cosas que hacemos no aportan nada positivo ni a nosotros, ni al mundo, ni a nadie. Enrique Rojas Montes, también en su libro «El hombre light» lo sintetiza diciendo que «en este final de siglo, la enfermedad de Occidente es la de la abundancia: Tener todo lo material y haber reducido al mínimo lo espiritual», así, surge lo que llama «El hombre light» el cual, resumiendo, «no tiene vida interior ni intimidad y vive más pendiente de su apariencia externa que de su estado interior».

Generosidad, Cooperación y Sosiego, Medicinas para la Salud y la Naturaleza

Así pues, desterrar de nosotros el afán de ganar más o de tener más poder es una medicina para la Naturaleza y para nuestra felicidad. Compartir genera más bienestar que acaparar. En esta línea, la competitividad agresiva queda reemplazada por la cooperación. El estrés por trabajar más se cambia por más sosiego, más descanso y más disfrute, aunque sea a costa de ganar algo menos. También habría que cambiar el trabajo rápido, por un trabajo lento y concienzudo pues, como dice Araújo, «la primera cualidad de la ecologización de la economía es recuperar el placer por la obra bien o muy bien hecha. Lenta, cuidadosa y profesionalmente elaborada con vocación de la máxima durabilidad», pues «la primera reconquista de un Tiempo creativo sería la de dejar de valorar el trabajo en relación a las horas invertidas en él. (…) Estaríamos ya en el buen camino de al menos desterrar el extendido insulto social de ese «no tengo tiempo para nada» que los atareados han convertido en impúdico exhibicionismo de su propia esclavitud».

Trabajar Menos, Vivir Más

Si a todo lo dicho, sumamos las tasas de paro de los países ricos (donde hay más de 37 millones de desempleados) podremos entonces entender mejor aún las peticiones de los sindicatos obreros de disminuir la jornada laboral. En este tema la pregunta clave es ¿hay que reducir los salarios proporcionalmente?. La respuesta es que habrá que llegar a un convenio, pero que los empresarios deberían ver su responsabilidad en la creación de trabajo digno aún a costa de reducir sus beneficios y los empleados deberían ver los beneficios de disponer de más tiempo libre para leer, estar con la familia, pasear… aún a costa de reducir también parte de sus beneficios económicos. En la misma línea, pedir más vacaciones es también deseable, pues no por mucho trabajar se aumenta la calidad de vida. También sobre esto Araújo decía que: «Nada resulta más grato que el festejo, sobre todo el colectivo. Más fiestas y no menos nos merecemos. Todavía estamos lejos de aprovechar el ahorro de horas de trabajo que la tecnología regala. Y aún más de ese 75% de tiempo para holgar que disfrutaron las culturas del bosque o del 50% de días feriados que fueron norma durante la Edad Media». Aparte queda su magnífica idea de establecer un año sabático universal, que cada año el 10% de cada categoría profesional quede descansando en su casa. La idea, a pesar de utópica, es genial.

Reducir el Consumo de Carne y la Sobrealimentación

También en esto están de acuerdo los científicos Ehrlich, Araújo y otros como Harvey Diamond, que en su libro «Salud y Ecología» («Your Heart, Your Planet», 1990) dice que «por cada hectárea de tierra dedicada al consumo humano, se dedican 20 a la alimentación del ganado». La deforestación del Amazonas es en gran parte debida a dedicar sus zonas para el pastoreo del ganado vacuno, que luego se vende como hamburguesas en los restaurantes de comida rápida de multinacionales estadounidenses de sobra conocidas. El problema afecta a muchas más zonas. Por ejemplo, Guatemala exporta carne a EE.UU., mientras el país padece una grave desnutrición infantil y este caso no es uno aislado. En dicho libro, Diamond estudia los problemas del consumo abusivo de carne, tanto para la salud como para la Naturaleza, aportando valiosos y contrastados datos (que no exponemos por cuestiones de espacio) y llega, igual que Araújo, a la siguiente conclusión: «Nuestro apetito de productos animales está borrando del mapa nuestros bosques, ensuciando nuestras aguas, contaminando el aire, devorando nuestros recursos naturales y diezmando nuestras tierras» y, por si fuera poco, «¡está matando a nuestro pueblo!» (arterioesclerosis, obesidad, colesterol…). Se da la paradoja curiosa de que un gran número de individuos de los países ricos se quejan de sobrepeso por estar sobrealimentándose y tienen «pánico« a ir andando o en bicicleta a los sitios. Es como comprar productos «light» para no engordar y luego subir en ascensor. Diamond propone que cada ciudadano, independiente de los demás, se proponga un día a la semana de alimentación vegetariana, por nuestra propia salud y la del planeta.

La Bicicleta ya está Inventada, ¡existe!

Recordar que la bicicleta es un medio de transporte, no sólo un deporte de élite. Además, andar es sanísimo. Es triste ver los datos de un reciente estudio en el que se concluye que la mayoría de los recorridos urbanos en coche son para ir a lugares que distan «menos de 5 kilómetros«. Cada vez que usas la bicicleta en vez del coche, no sólo estás ahorrando gasolina, evitando contaminación y haciendo un ejercicio muy saludable, sino que estás dando un ejemplo a tus vecinos y reivindicando un lugar para las bicicletas, en las ciudades. Hay muchas excusas para usar el coche y no usar la bicicleta, ni ir andando, ni en transporte público, pero, al menos, no uses esas excusas una vez a la semana, para empezar.

Reforestación

Como decía Araújo: «La faceta más apreciada de los múltiples intentos de reparar la degradación ambiental es la reforestación». De forma oficial, se deberían organizar cuadrillas de voluntarios, para plantar árboles. Los gastos deberían cubrirse por quienes contaminan (impuestos sobre carburantes, a empresas contaminantes…). También se ha pedido que las petroleras inviertan en este fin parte de sus pingües beneficios.

Reciclaje

Una política severa y práctica de reciclaje es cada vez más necesaria. Reciclar papel, vidrio, plástico, metales, aceites… no sólo es rentable económicamente sino que es necesario para ahorrar árboles, materiales y energía.

La Importancia de la Justicia y de la Mujer

Igualar los derechos de la mujer y los del hombre en los países en desarrollo y fomentar la intervención de la mujer en la vida pública, social y política. Esto es una cuestión de justicia básica que, además, influye directamente en las tasas de natalidad. Todavía, en demasiados entornos la mujer no es más que un bien material y, en algunos casos, tienen menos derechos que los animales. La información sobre la ablación y los anticonceptivos también debería considerarse como prioritaria.

Erradicar la Pobreza Extrema

Decía Carl Sagan que «existe una correlación global bien documentada entre la pobreza y las tasas de natalidad elevadas. En países grandes y pequeños, capitalistas y comunistas, católicos y musulmanes, occidentales y orientales, el crecimiento demográfico exponencial se reduce o se detiene en casi todos los casos cuando desaparece la pobreza extrema. De manera cada vez más apremiante, a nuestra especie le conviene que cada lugar del planeta alcance a largo plazo esta transición demográfica. Por esta razón, el contribuir a que otros países consigan hacerse autosuficientes no es sólo un acto elemental de decencia humana, sino que también redunda en beneficio de las naciones más ricas en disposición de prestar ayuda. Una de las cuestiones cruciales en la crisis demográfica mundial es la pobreza».

Se trata, repetimos, de erradicar la pobreza extrema, no de que los países pobres alcancen el nivel de vida de los países ricos, porque eso es insostenible, salvo que los ricos reduzcan radicalmente su nivel de vida y consumo, cosa poco probable, a corto plazo. Existen muchas líneas de actuación para este enorme y digno objetivo que, además, reduciría a largo plazo la emigración a países ricos. Algunas de ellas son:

  1. Donación de un mínimo del 0.7% del PIB (Producto Interior Bruto) de cada país desarrollado a países en desarrollo. Como dice Araújo, «esa ridícula porción del PIB no es un favor que nazca de magnanimidad alguna», pues «bastante más del 10% de nuestro bienestar se debe a su miseria». Aunque existen, son pocos los países que superan ese ridículo 0.7, cifra que debería crecer con el IPC (Índice de Precios al Consumidor).
  2. Condonación de la deuda externa. Por las mismas razones y por muchas más. Muchos países no tienen para comer porque venden su riqueza (alimentos, árboles, minerales…) a los países ricos para con ese dinero pagar, también a los países ricos, su deuda externa. Es más dinero para los ricos, para aumentar su nivel de riqueza y de CONSUMO (con mayúsculas). Todo para los ricos… ¿es eso justicia?. El excanciller de Alemania Occidental y premio Nobel de la paz de 1971, Willy Brandt (1913-1992) lo llamaba «una transfusión de sangre de los enfermos a los sanos».
  3. Colaboración ciudadana: Tanto en lo económico (asociarse a ONGs, apadrinar niños del tercer mundo, colaborar en proyectos…) como en lo práctico, a través del llamado voluntariado, por ejemplo.

Educación

De todo lo dicho esto es quizás lo más importante. Necesitamos educar, especialmente a los niños, para que sepan respetar y valorar cada cosa. Un niño escolarizado será un adulto mejor preparado para la vida. Un niño educado con cariño será un adulto cariñoso. Un niño educado con respeto será un adulto respetuoso.

Conclusiones

Las soluciones aportadas más arriba son perfectamente viables, pero difícilmente realizables. ¿Por qué? Las razones no son fáciles, pero desde luego en la raíz del problema está la desidia de los habitantes de los países ricos. Preferimos hablar de desidia, más que de egoísmo, porque estos habitantes no obran con malas intenciones, sino que simplemente se dejan llevar por las corrientes de moda (consumismo, vida cómoda, televisión basura…) porque eso es más fácil y cómodo que oponerse a ellas para solucionar los problemas del mundo. Erróneamente, muchas veces se piensa que uno, por sí mismo, nada puede hacer contra eso. La fuerza está en la unión de individuos.

Hay que aclarar que la forma de vida austera que proponemos, puede vivirse a muchos niveles y no se trata, en absoluto, de volver a la «era de las cavernas«, sino de ser conscientes de lo que ocurre en el mundo y luego, elegir libremente nuestra forma de vida. Se trata de reducir nuestro nivel de consumo pero, hoy día, no se establece un nivel fijo sino que cada uno debe establecerse su propio nivel. Lo importante es plantearse personalmente ese consumo y saber distinguir esas «falsas necesidades» a las que se refería el Catedrático Enrique Rojas Montes. Desde las nuevas tecnologías, internet, la televisión, los frigoríficos, los coches, los aviones, hasta la globalización son consecuencias del progreso humano y tienen multitud de ventajas, pero debemos conocer también las desventajas y estar preparados para un futuro incierto que no está muy lejano y, sobre todo, debemos al menos intentar solucionar los problemas del presente que, como hemos expuesto, no son pocos y no son vanos.

Las nuevas tecnologías son y serán fundamentales para el desarrollo humano y su ayuda será fundamental si se usan con precaución y sin abusos. Entre estas nuevas tecnologías destacamos la informática, la biotecnología, el desarrollo de nuevos materiales, la investigación espacial, la producción de energía limpia y los sistemas de ahorro energético. Colombo y Turani advierten que «existen las tecnologías y los medios para llegar en condiciones aceptables a la cita con el año 2050», pero «requerirán una gestión muy cuidadosa y consciente». Subrayan la importancia de resolver el tema del armamento mundial y de construir una sociedad con pluralismo ideológico y en armónica convivencia entre diversas ideologías y etnias.

No hay voluntad política de solucionar los problemas del mundo, pero tampoco hay voluntad social. Pocos son los ciudadanos que hacen algo para pedir que un pequeño porcentaje del PIB. se dedique a ayudas al desarrollo, pero también son pocos los que destinan al menos un 0.7% de sus propios ingresos a ese fin, cuando, de hecho, como decíamos antes, lo justo sería destinar al menos un 10%. Las evidencias de esta falta de voluntad se reflejan en los siguientes datos:

  • La deuda externa de los 20 países que la tienen más elevada alcanza los 5.500 millones de dólares, igual que el presupuesto para la construcción de un gran parque de atracciones. Por cada peseta que recibe el Tercer Mundo en concepto de ayuda, entrega 3 por la deuda.
  • Para garantizar la educación básica universal bastarían también 5.500 millones de dólares, mientras que el doble de esa cantidad es lo que se gasta Europa al año en helados.
  • Para erradicar la pobreza extrema bastaría el 1% de la riqueza mundial.
  • Los gastos mundiales de defensa se elevan a 800.000 millones de dólares al año (dato de 1995), de los que EE.UU. gasta aproximadamente por sí solo un 40%: ¿Cuántas vidas puede matar un tanque y cuántas vidas puede sacar de la pobreza si se invierte adecuadamente su precio?.

Durante una entrevista, le preguntaron al científico y escritor Isaac Asimov (1920-1992) cuáles consideraba los problemas más urgentes con que se enfrentaba la sociedad y éste respondió: «La población y las selvas tropicales». Las selvas, porque necesitamos oxígeno y aire limpio y día a día no dejamos de ensuciarlo más y más y de aniquilar los bosques que lo limpian. Y la población, porque aunque aún no somos teóricamente demasiados, lo cierto es que no todos vivimos en condiciones dignas y aunque son pocos los que viven con esas condiciones dignas, de entre ellos son demasiados los que viven en el derroche pensando y actuando localmente, sin amplitud de miras. Es ese derroche al que se referían el filósofo Epicuro, el psiquiatra Enrique Rojas Montes, el naturalista Joaquín Araújo, los científicos Paul y Anne Ehrlich, Amory Lovins, varios premios Nobel, muchas ONGs o el agricultor de Murcia que mencionábamos antes, entre otros muchos. Repetimos que pensar globalmente y actuar localmente está al alcance de todo el mundo.

¿Será todo esto la causa del cataclismo final del fin del mundo que profetiza la Biblia en diversas ocasiones? Como en (Lucas 21, 25-26) o en (Mateo 24, 7-8), donde dice que «se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores». ¿Será cierto ese profetizado fin del mundo y será por todas estas causas medioambientales?.Libro esencial para entender qué estamos haciendo con el planeta donde vivimos

Por todo lo expuesto, no podemos decir que no existen soluciones viables. No podemos poner como excusa que no sabemos las causas, las consecuencias o las soluciones. No podemos decir que no existe relación entre Medio Ambiente y Salud. No podemos poner la excusa de que las consecuencias negativas están por demostrarse, pues ya están aquí, adoptando muchas formas. Sin embargo, nada induce a pensar que esto se solucione a corto o medio plazo. A pesar de ello, no tiene sentido rendirse pues, como decía Joaquín Araújo, «no hay más bello empeño que desafiar a lo irremediable».

Más información:

    1. J. Galindo, «Salvemos Nuestro Planeta«. Lulu.com, 2008.
    2. Difunde los consejos ecológicos de la CADENA VERDE.
    3. Ir al Índice con más LIBROS:
  1. Joaquín Araújo, «Ecos… lógicos, para entender la Ecología«. Editorial Maeva, 2000.
  2. Carl Sagan, «Miles de Millones« («Billions and billions»), 1997.
  3. Harvey Diamond, «Salud y Ecología». Ediciones Urano, 1990.
  4. Umberto Colombo y Giuseppe Turani, «El Segundo Planeta: El Problema del Aumento de la Población Mundial». Biblioteca Científica Salvat, 1994.
  5. Paul R. Ehrlich y Anne H. Ehrlich, «La explosión demográfica: El principal problema ecológico». Biblioteca Científica Salvat, 1993.
  6. Sección de Población de las Naciones Unidas (POPIN) y Oficina del Censo de EE.UU..
  7. McSpotlight, la cara oculta de las hamburgueserías McDonald’s.
  8. Algunos grupos ecologistas: Greenpeace España, Ecologistas en Acción y WWF/Adena (Fondo mundial para la Naturaleza, World Wildlife Fund).
  9. La cadena verde (pequeñas cosas que todos debemos hacer para conseguir un mundo mejor): www.cadenaverde.tk
  10. Contra el hambre: The hunger site and The United Nations World Food Programme.
  11. Contra la deforestación: The Rainforest site.