El plástico puede envenenar los alimentos por contacto. La afirmación te puede parecer un poco exagerada. Todo depende de diversos factores, de los que los más importantes son dos: la duración del contacto entre el plástico y el alimento; y la temperatura.
Es una de las conclusiones a las que llega el Dr. Nicolás Olea, médico, catedrático en la Universidad de Granada y experto en contaminación ambiental y su influencia en la salud. Él también añade un tercer factor, el tipo de plástico, pero aclara que es un factor complejo, porque incluso al mejor plástico le pueden añadir aditivos tóxicos cuando fabrican los envases (botellas, recubrimientos de latas, etc.). Lo explicó en una interesante charla y sus conclusiones son muy claras:
- No se deben consumir bebidas ni comidas embotelladas en plástico. Los embalajes para alimentos los contaminan (incluso el cartón). La comida mancha el envase, tanto como el envase contamina la comida.
- No se deben calentar los plásticos (ni al microondas, ni al sol…).
- El agua del grifo en Europa es más segura que el agua embotellada: los que venden agua embotellada son los más interesados en que se piense que el agua del grifo es peor. El agua embotellada en plástico tiene contaminantes hormonales, casi siempre.
- El plástico para contener alimentos nunca es seguro: Todo depende de los aditivos que se usen (lo cual es imposible de averiguar). No obstante, para estar más seguros se aconseja que la duración del contacto sea pequeña y se conserve a bajas temperaturas. El tetrabrik debe también evitarse, dado que su interior es de plástico y que, además, no se recicla por el elevado coste.
- El poliéster de la ropa está contaminado porque se fabrica parcialmente con botellas recicladas. Y además, a los tejidos artificiales se le echan más aditivos tóxicos (polibromados para que no arda, PFOS como antimanchas… y cientos de posibles venenos). No hay estudios concretos sobre la toxicidad de los textiles en su uso, aunque en su fabricación se sabe bastante.
Las leyes defendiendo a los ciudadanos van muy por detrás de lo que la ciencia ya ha demostrado. Sabemos los efectos nocivos sobre la salud humana y, sin embargo, no se legisla adecuadamente. Si no se defienden a las personas, mucho menos interés hay en los animales y el medioambiente.
Atentos al bisfenol A
En otra charla, el Dr. Nicolás Olea nos cuenta que el tetrabromo bisfenol A (TBBPA) es un potente disruptor endocrino, es decir, afecta a las hormonas. Está muy demostrado sus efectos en la fauna (en los anfibios, por ejemplo). Ese compuesto también se cita en el famoso documental La historia de las cosas, donde se habla de su aplicación como retardante de llama, para que la ropa y los aparatos no ardan fácilmente. Lo cual está muy bien, pero ¿a qué precio?
Se sabe que esa sustancia química se almacena en la grasa humana, porque es bioacumulable, persistente y de muy difícil eliminación. También se sabe que el bisfenol A interfiere claramente en las hormonas tiroideas. Curiosamente, el medicamento con receta más vendido en España es la hormona tiroidea. ¿Por qué se vende tanto? La contaminación por bisfenol A parece ser la causa.
Se sabe que la hormona tiroidea influye mucho en el desarrollo del cerebro en los fetos y en los niños. Los primeros 1000 días de existencia humana, es decir, el embarazo y los dos primeros años de vida, son fundamentales para el resto de vida de la persona. Los efectos son muy diversos: malformaciones, infertilidad, disfunción tiroidea, diversos tipos de cáncer, diabetes, obesidad, endometriosis… Todo apunta a que esas enfermedades están condicionadas por los contaminantes que se recibieron en el vientre materno.
Infertilidad humana
La respuesta de nuestra sociedad para resolver el problema creciente de esterilidad en humanos es crear clínicas de fertilidad.
Salvo alguna excepción, no nos planteamos reducir seriamente el número de productos químicos que se liberan. El bisfenol A se está prohibiendo cada vez más (en España la reciente Ley de residuos prohíbe el bisfenol A solo en los envases). Sin embargo, el problema no es solo un compuesto particular en una aplicación concreta, sino el efecto combinado de múltiples tóxicos que solo se miden individualmente. Las verduras intoxicadas con bajos niveles individuales se consideran comestibles, y no hay estudios de los efectos combinados de múltiples contaminantes a bajas dosis de cada uno de ellos. Es decir, las leyes te garantizan cierta seguridad alimentaria si te comes un tomate, pero no te asegura nada si te comes una ensalada, donde puedes ingerir niveles peligrosos de tóxicos en la mezcla (tomates, lechuga…).
Pesticidas ya prohibidos siguen apareciendo en nuestros ríos y en nuestros tejidos. ¿Son persistentes en el medio o los agricultores los siguen aplicando sin control ni conciencia? Algunos se transmiten por la leche materna. Como explica el Dr. Olea, las mujeres que van a la universidad acaban teniendo más cáncer de mama que el resto (más que las que fuman y que las que beben alcohol). No es que la Universidad enferme, sino que las mujeres universitarias retrasan su maternidad y eso es un factor de riesgo, porque tener hijos y amamantarlos libera a la madre de todos los tóxicos que se pasan a los hijos. Cuanto antes se libere la madre de su carga tóxica, mejor para ella (para los hijos es otro tema).
España está a la cabeza en el consumo de casi todos los pesticidas e insecticidas. ¿Dónde van? Una de las regiones más fumigada es Almería y sus invernaderos. Los hospitales de la zona están acostumbrados a tratar intoxicaciones. También se sabe que los agricultores de toda Europa sufren más cáncer que otras profesiones. Se han encontrado contaminantes como el bisfenol A en el 100% de la orina de España. Y eso se considera «normal» porque en el resto de Europa ocurre lo mismo.
Los científicos dicen que para predecir las enfermedades es más fiable usar el código postal que el código genético. Es decir, el lugar donde vivas condiciona tu salud más que tus genes.
Disruptores endocrinos
Aparte del descontrol en la agricultura, hay otras fuentes de disruptores endocrinos:
- el recubrimiento interior de las latas (de conservas y de bebidas),
- las sartenes antiadherentes con PFOA o PFOS,
- tejidos aislantes (goretex),
- las botellas de plástico,
- los cosméticos,
- la ropa nueva,
- las pinturas (intenta pintar tu casa lo menos posible),
- el olor a nuevo de los coches,
- las cremas solares (que además, afectan a los corales),
- los tickets de papel térmico (tienen bisfenol A y por eso están prohibidos en Francia)…
- y hasta las cajas de pizza (que no son solo cartón y tinta).
El papel térmico no se debe depositar en el contenedor azul, ya que contamina el papel reciclado. Ese tipo de papel se usa masivamente para tickets de compra y debería estar prohibido. Te sugerimos que intentes tocarlo lo menos posible, porque sus contaminantes se transfieren al cuerpo por contacto y por inhalación.
La ropa nueva también es peligrosa, porque los tejidos nuevos aún no han liberado parte de la carga tóxica (si es que la tenían). Aguantar la ropa el máximo uso es, además de barato y ecológico, también saludable. Hasta el corcho está contaminado por los fitosanitarios que les echan a los alcornoques.
Los pesticidas y los plásticos son una enfermedad de nuestra sociedad petrodependiente. Si nos interesa nuestra salud, debemos presionar a nuestros gobernantes para que hagan leyes estrictas y controles adecuados. Mientras votemos a los que no saben gobernar, estaremos contaminando y enfermando, para el gran beneficio de un puñado de empresas.
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