Cierto día, estando en Blanes, decidí salir a pasear. Me salí de este pueblecito gerundense dispuesto a caminar. Andando desprevenido me hallé por un camino desconocido. No sabía bien donde iba, pero sin pensarlo, decidí continuar, por investigar. El camino se fue estrechando entre la vegetación, hasta convertirse en un sendero sin dirección. Un precioso acantilado apareció a mi lado. El sendero se fue empinando y las rocas y los arbustos lo ocultaban junto a árboles robustos. La inclinación había aumentado, hasta que resbalé y casi caí por el peligroso acantilado.
Esa es la imagen grabada que me viene cuando veo la evolución de nuestra sociedad industrializada: La investigación y la curiosidad nos ha llevado a magníficos lugares, a cotas realmente maravillosas y singulares (en calidad de vida o nivel tecnológico). Pero también estamos a punto de caer por un empinado acantilado:
- Contaminación atmosférica exagerada (27.000 muertes al año en España),
- Pesquerías sobreexplotadas,
- Cambio climático imparable,
- Demasiada energía no renovable,
- Comida con sufrimiento animal inconsciente,
- Superpoblación creciente,
- Millones de refugiados ante millones de indiferentes,
- Plásticos asesinos omnipresentes…
- Ya no se respetan ni nuestros antes «sagrados» parques nacionales y esto acelera una pérdida de biodiversidad sin precedentes.
Cuando sabemos que caminamos por un camino peligroso, lo más sensato es parar para pensar. Es urgente hacer un paréntesis por un momento para discurrir por donde vamos, a donde vamos y cómo queremos ir. Esta reflexión debería inundarlo todo: ciencia, investigación, política, arte, educación… desde la agricultura, hasta cualquier evento cultural. Si todos los sectores dedicaran unos días a reflexionar, tal vez podríamos evaluar, si como sociedad, avanzamos bien o mal, y detallar qué podemos hacer para mejorar. Podemos avanzar mucho tecnológicamente, pero no podemos avanzar como sociedad mientras haya tantos problemas pendientes, siendo éstos tan graves y algunos con peligro inminente.
Necesitamos esa visión global y esa humildad de gran talla que reclamaba Marta Tafalla. Pero para ello tenemos que parar para pensar.
No sólo nos estamos jugando que el futuro de las siguientes generaciones no sea escoria, sino nuestro propio futuro inmediato y nuestro honor en la Historia. Sin embargo, nada nos hace pensar que vayamos a parar para pensar.
Es cierto que estamos viendo que muchas voces se van uniendo a esta petición: desde famosos como Leonardo DiCaprio, hasta el propio Papa Francisco, pero no es suficiente porque la gente corriente sigue tolerando que las cosas se hagan mal. Incluso hay protestas cuando las cosas se hacen bien. Por ejemplo, restringir el tráfico en cualquier ciudad es, a veces, visto como una gran amenaza (véase aquí como se quejaba Esperanza Aguirre de las restricciones de tráfico en Madrid). Sin embargo, la mayor amenaza es la contaminación invisible, que nos mata. Lo sabemos, estamos muy seguros, pero como sociedad no nos importa, porque nos comportamos como adolescentes inmaduros.
Todo adolescente necesita normas y necesita que le obliguen a cumplirlas, quiera o no quiera. Si hacer eso es ya difícil con un adolescente… ¿Quién podrá hacerlo a nivel nacional o incluso más global?
Lo dicho, necesitamos parar para pensar.
Puede que te guste también:
- Contaminación atmosférica: Hay que actuar AHORA.
- Libro «Esto lo cambia todo» de Naomi Klein (Resumen): El capitalismo contra el clima, con datos curiosos sobre el cambio climático que muy poca gente conoce.
- Encíclica por la Madre Tierra «Laudato» del Papa Francisco (Resumen).
- Miopía Mental del Homo Sapiens (Zoociedad Adolescente).
- Crisis ecológica, conocimiento y finitud: Fracaso del ser humano como ser racional.
El problema del tráfico en las grandes ciudades no es el tráfico.
Restringirlo como mucho ayudará a solucionarlo de forma indirecta, pero agravará otros problemas.
Ciertamente, hay que pararse a pensar, pero además, hay que romper con los puntos de partida si no queremos llegar a los mismos lugares en los que nos encontramos sin salida. Razón que apremia todavía más a pararse durante más tiempo, para pensar más profundamente, y cuestionarlo todo, desde el principio.
Si no cambiamos nuestra cultura desde sus raíces, acabaremos igual o peor.
Pingback: Elogio de la procrastinación (o contra el vicio de comprar) | BlogSOStenible: Noticias medioambientales y datos… aportando soluciones
Pingback: El peligro y la estupidez de usar sopladores de hojas en seis poderosos argumentos | BlogSOStenible: Noticias medioambientales y datos… aportando soluciones
Pingback: Planeta y humanos. Misma salud, misma enfermedad; por @laura_eco_ | BlogSOStenible: Noticias medioambientales y datos… aportando soluciones
Pingback: Diez ideas para una Semana Santa responsable y sostenible | BlogSOStenible: Noticias medioambientales y datos… aportando soluciones
Pingback: Seis tipos de deportes que deberían estar prohibidos | BlogSOStenible: Noticias medioambientales y datos… aportando soluciones