Sobre la Democracia y el Medio Ambiente

Continuando con la entrada sobre El Poder Político y el Medio Ambiente quiero exponer algunas ideas sobre la democracia, y para ello me tengo que remitir a Federico Aguilera Klink (puesto que de él he aprendido todo lo que sé sobre este tema), persona que introdujo la economía ecológica en España y un gran estudioso de la democracia y su relación con el medio ambiente. Un aspecto importante a la hora de hablar de democracia es que no debemos confundir democracia con votar cada cuatro años o, lo que es lo mismo, la partitocracia o la mal llamada democracia representativa. La verdadera democracia es la que solemos conocer como democracia participativa y es algo importante porque está demostrado que la práctica de la democracia mejora la calidad de las decisiones. Pero para conseguir este resultado se deben cumplir unos requisitos mínimos. Está claro que la democracia es más entendible a pequeña escala pero también es posible a escalas mayores utilizando herramientas como los jurados ciudadanos.

Tampoco debemos confundir democracia con decisión de la mayoría, porque la mayoría no siempre tiene la razón (véase Un enemigo del pueblo, de Ibsen). Un ingrediente importante en democracia es el acceso a la información, es decir, la transparencia, eso de lo que carecen tanto nuestros políticos. Y debe ser una información accesible y comprensible para todos los públicos. Claro está, esto supone un esfuerzo añadido pero, sin embargo, lo merece, y sin esto no sería posible el debate necesario para construir la verdad porque la verdad la construimos entre todos y nadie tiene la verdad absoluta.

Los políticos, en general, no están cumpliendo con la democracia, que es un derecho nuestro tal y como aparece recogido en la Constitución Española (artículos 9.2 y 23.1). Es por ello  que Federico Aguilera distingue dos funciones o dos aspectos en las instituciones: la función ceremonial y la función instrumental. Actualmente la función ceremonial se impone sobre la instrumental impidiendo la práctica de la democracia, incumpliendo las propias leyes, manipulando la verdad, etc., etc., etc. Es cierto que hay algún partido y algún político suelto que sí defienden y se esfuerzan en la práctica de la democracia pero son de los menos.

«El incumplimiento de las leyes ambientales», para Federico Aguilera, «es el mejor barómetro de la corrupción de un sistema político». Pero, ¿cómo se consiguen eludir las leyes ambientales? Muchos proyectos lo consiguen mediante tres estratagemas: exagerando los beneficios, subestimando los costes e ignorando los impactos ambientales. Estas son las claves por las que muchos proyectos salen adelante, es decir, a base de mentiras. ¿Y la participación pública en estos proyectos? Se reduce únicamente al aspecto ceremonial: se abre un plazo de alegaciones de tiempo reducido que aparece publicado en un boletín oficial (y hay que estar continuamente atentos a los boletines), el acceso a la información es limitado porque el proyecto redactado con un lenguaje muy técnico suele tener un volumen bastante grande (y el tiempo es limitado como ya he dicho), y muchas veces hay que invertir tiempo libre y dinero en la elaboración de las alegaciones. Aunque no es la solución, hay quien ha propuesto destinar una pequeña parte del presupuesto del proyecto a los colectivos sociales para elaborar las alegaciones. Esto ha conseguido buenos resultados en EEUU llegando a paralizar algunos proyectos, puesto que para las empresas supone poco dinero pero para los colectivos sociales es un apoyo importante. De todas formas, aunque parece interesante, no creo que sea la solución porque está inmerso en un sistema socioeconómico capitalista.

Y ya, por último, voy a hacer una defensa del voto en blanco porque ésta es una buena opción si no nos gusta el juego o sus reglas. Hay quien defiende el no votar, y si hay alguien por aquí partidario de no votar creo que sería bueno que expusiera su postura. Yo no soy partidario de no votar porque se confunde con quienes no tienen ningún interés en ninguna clase de sistema (pasotistas) y, desde luego, esta no es mi postura. El voto en blanco supone un esfuerzo y decirle en su propio lenguaje al político que no es el sistema que queremos. Además, hay algún partido político que, al menos en su discurso, defiende la democracia participativa, y éste puede ser un camino para conseguirla.