¿Tiene solución la inmigración? … ¿Dónde está el problema?

Hay noticias que merecen más de una reflexión, aunque suenen a noticias que no son noticia: Unos 300 inmigrantes asaltan la valla de Melilla y otros tantos lo intentan a nado en Ceuta (¿problema solucionado? con más refuerzo policial), Francia pide expulsar a gitanos, rumanos y búlgaros contradiciendo leyes comunitarias, Israel expulsa a 400 niños, hijos de inmigrantes no judíos, el primer ministro británico criminaliza a inmigrantes y plantea su expulsión… podemos decir que mueren unos 7.000 inmigrantes al año solo intentando llegar a Andalucía… muchas historias que acaban en un titular colectivo de prensa.

¿Tiene solución el problema de la inmigración? La solución es tan simple como empezar a no verlo como un problema. El problema no es la inmigración, sino la insolidaridad, la intolerancia, la falta de empatía… y todo ello ha de tener solución.

¿Qué país o familia no ha tenido emigrantes? ¿Qué país o familia no se beneficia de la migración? ¿Qué partido político habla claro sobre cómo atacar este asunto de raíz? Recientemente, Juan López de Uralde (EQUO), hacía un llamamiento a no desmoronar las ayudas al desarrollo, y a hablar de este tema en las instituciones europeas.

SOÑAMOS Y ACTUAMOS (Sept. 2013)

Demasiadas fronteras, en un mundo injusto.
Inmigrantes y aborígenes, bien separados.
Todo en un mundo injusto.
Solo en un mundo injusto.
Las fronteras son para los pobres.
El dinero viaja a gusto.

Atraviesan el mar.
En barcos que no son.
Atraviesan fronteras: un paso.
Y ganan un adjetivo: ilegal.
Ilegal por existir, por querer vivir.
Con derecho a estar callado, a ser humillado.
A trabajar como esclavo.
Sin los derechos locales.
Con miedo a ser expulsado.
“Delincuente” serás llamado.
Sin reflexionar si fue tu (y su) marginación,
la causa de la equivocación.

Ser pobre no es un delito, es un derecho.
Ser pobre es subjetivo, mejor no juzgar.
Querer ser pobre es un mérito, un privilegio.
Querer ser pobre es ser rico, loco de amar.
El problema es ¿la insolidaridad, o la inmigración?

Soñamos un mundo sin crecimiento económico.
Soñamos un mundo con crecimiento ecológico.
Soñamos crecimiento personal, y lógico.
Soñamos crecimiento del decrecimiento.
Soñamos crecimiento antisistema, del respeto.

Es fácil ir a misa, comprar, y votar.
Nada más difícil que amar a los enemigos,
que ver a los inmigrantes, como amigos,
que ayudar al pobre, e ignorar al rico,
que votar a quienes no tienen poder,
que parar de comprar, parar a pensar,
y parar a multinacionales que venden injusticias,
camufladas en anuncios multicolores de inmundicias.

¡Qué antisistemas! ¡Qué soñadores!
Soñemos, sin dejar de soñar.
Y que el sueño no nos impida actuar.

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