Bioindicadores: escuchando de nuevo a la Naturaleza (2/2)

(continuación)

GenalAl igual que hay especies que aportan más información que otras, también hay hábitats que aportan más información que otros. Éste es el caso de los ríos, puesto que tienen mucho que contar: Los ríos son nuestro espejo; su degradación, su merma y privatización, es el reflejo en versión hidrológica de lo que estamos haciendo con todo, incluido el propio ser humano (Martínez Gil). Los ríos reflejan la gestión de su cuenca porque todo lo que allí ocurra va a terminar en su cauce. Por lo tanto, los ríos como bioindicadores de la gestión de un territorio cumplen una función muy importante, y existe una metodología bastante eficiente de utilización de los macroinvertebrados como bioindicadores de la calidad de las aguas tanto de un modo científico-técnico (IBMWP) como de un modo educativo (Programa Andarríos).

Buprestis flavoangulata baetica es un endemismo amenazado perforador exclusivo del pinsapo

Pero los bioindicadores no sólo nos informan del estado de conservación de los ecosistemas, sino también de otros aspectos de la Naturaleza, como son los procesos naturales. No hay duda de que la Naturaleza es sinónimo de equilibrio, por lo tanto, debemos comprender que en la Naturaleza no existen las plagas o si en algún momento una especie se dispara en número de individuos en seguida se regula por procesos naturales. La actividad humana lo que produce es una ruptura de ese equilibrio natural de los ecosistemas. Por ejemplo, una de las más graves amenazas del pinsapo (Abies pinsapo) es el hongo conocido como Heterobasidion annosum, que ataca a distintas especies de coníferas. Sin embargo, actualmente se sabe que este hongo que ataca al pinsapo es una especie endémica exclusiva del pinsapo: H. abietinum. En conclusión, el hongo ha convivido siempre con el pinsapo, pero el cambio de las condiciones ecológicas propiciadas principalmente por el Cambio Climático ha ocasionado la ruptura del equilibrio natural que existía entre el árbol y el hongo, afectando a la supervivencia del primero. La raíz del problema del pinsapo no se encuentra en el hongo sino, por lo tanto, en el Cambio Climático, ocasionado por el ser humano.

Otros procesos naturales están relacionados con la dispersión de las especies, y dentro de los procesos dispersivos podemos destacar la entrada en la Península Ibérica de algunas especies africanas ya que este hecho puede ser indicativo del Cambio Climático. En este sentido, un caso interesante es el de las libélulas del género Trithemis. T. annulata es una especie distribuida principalmente por África y Asia occidental pero en 1980 fue localizada por primera vez en la Península Ibérica, en el Río Guadalmellato de Córdoba (Ferreras, 1980). Actualmente T. annulata se encuentra localizada por gran parte de la Península Ibérica, alcanzando incluso el sur de Francia. T. kirbyi es una especie distribuida por África y Asia meridional hasta la India pero en 2007 fue localizada por primera vez en la Península Ibérica, en el Río Manilva, en Málaga (Chelmick & Pickess, 2008). A pesar de su reciente descubrimiento no es una especie rara de encontrar en esta provincia. A esta pareja de libélulas habría que añadir una tercera, T. arteriosa, una especie africana que todavía no ha sido localizada en la Península Ibérica pero que se encuentra presente en el norte del África. Es por ello que sería interesante su observación y seguimiento como posible bioindicador de Cambio Climático.

Pero no son sólo invertebrados los que también pueden ser bioindicadores de Cambio Climático puesto que las aves realizan grandes migraciones en busca de la temperatura más óptima. Algunas especies, como la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), cada vez se muestran más sedentarias y no migran hacia zonas más cálidas en invierno. Igualmente también pueden verse especies propias de latitudes inferiores, como es el caso del buitre de Ruppell (Gyps rueppellii), una especie africana que desde finales de 1990 se observa de forma esporádica pero con cierta regularidad en el territorio ibérico.

Las especies exóticas, además de representar una seria amenaza para la conservación de la biodiversidad, también tienen un importante papel bioindicador, y son bioindicadoras de Cambio Climático cuando lo que se establecen son especies que requieren para sobrevivir de una determinada temperatura. Pero más importante que este aspecto es que son bioindicadoras de un modelo de vida insostenible basado en el transporte a larga distancia (y no sólo de falta de controles puesto que es imposible controlarlo todo). Así han sido introducidos el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), la mariposa de los geranios (Cacyreus marshalli), el piojo rojo de California (Aonidiella aurantii), etc.

Pero si lo que pretendemos es conservar Naturaleza, resumiéndose en especies, espacios y procesos, deberíamos utilizar las especies protegidas como protectores de la propia Naturaleza (y, por lo tanto, bioindicadores de la misma) y no centrarnos únicamente en las especies amenazadas sobre las que actuar mediante programas de gestión de especies (la gestión de especies no implica necesariamente la protección y conservación de la Naturaleza). En lo que a especies protegidas se refiere podemos contemplar tres niveles de percepción. El primero de ellos estaría constituido por aquellas especies más emblemáticas que gozan de un aprecio popular y que representan un símbolo, un estímulo necesario para continuar con la conservación de la Naturaleza: las especies bandera. Éste sería el caso del panda, las ballenas, el lince o el águila real. Evidentemente estas especies ayudan a la conservación puesto que facilitan la inversión de dinero que otras especies no consiguen motivar. Sin embargo, la protección de estas especies no implica necesariamente la conservación de la Naturaleza, ni si quiera de un entorno concreto. Es por ello que surgen las especies paraguas, que permiten proteger a otras especies con las que conviven: la nutria (como protectora de los ríos), el águila perdicera, etc. Estas especies sí permiten proteger espacios concretos pero, evidentemente, pensar que con una sola especie vamos a proteger la Naturaleza es un error, dada toda la diversidad de especies, hábitats y procesos naturales que podemos encontrar. Y de este modo aparecen las especies focales, que recogen multitud de especies asociadas a diferentes hábitats o a diferentes procesos naturales y que incorporan la mayor diversidad posible tanto taxonómica como biológica. En este sentido, las políticas de conservación deberían utilizar especies focales para proteger la Naturaleza, para ir más allá de la mera conservación de las especies amenazadas.

Llegados a este punto debemos preguntarnos: ¿es posible alterar la función bioindicadora de las especies? La respuesta a esta pregunta es . Las medidas de conservación intervencionistas, como es la reproducción y cría/cultivo en cautividad/jardines, reintroducciones, translocaciones, etc. que pretenden conservar las especies sin actuar sobre las causas por las que estas especies se encuentran amenazadas producen una pérdida del carácter bioindicador de las mismas, además de que no implican necesariamente la conservación de la Naturaleza. Sirva de ejemplo la nutria, una especie considerada todo un símbolo de la protección de los ríos, asociada en otros tiempos a los tramos fluviales mejor conservados, pero que actualmente está presente incluso en las zonas más contaminadas gracias a la presencia del cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii). Es por ello que para garantizar la conservación de la nutria es necesario conservar también una especie invasora tan agresiva como lo es el cangrejo rojo americano. ¿Es esto conservar Naturaleza?

Utilizando el símil del enfermo crónico, lo que estamos haciendo con la gestión de especies es anestesiar al paciente, tratándolo con antibióticos inespecíficos, combatiendo algunos síntomas, los más visibles (quizá), sin buscar el origen de la enfermedad, sin querer combatir la causa de la misma, mientras el paciente agoniza delante de nuestros propios ojos. Estamos anestesiando a la Naturaleza para que su deterioro no resulte evidente a nuestros propios ojos porque no hay voluntad, ni tanto por muchos científicos, políticos ni gestores, en combatir las causas de este deterioro: nuestro estilo de vida. Y por esta razón se diseñan medidas correctoras o compensatorias que nunca corregirán ni compensarán porque no van a la raíz del problema, tratando de hacer sobrevivir a las especies al margen de la propia Naturaleza, manipulando nuestro termómetro de calidad de vida que son las especies amenazadas. Pero sólo se puede conservar la Naturaleza con radicalidad, en el sentido original del término (perteneciente o relativo a la raíz), buscando la raíz del problema, acabando con el problema desde la raíz.

En conclusión, las especies bioindicadoras representan una herramienta actual que nos permite aprender a escuchar de nuevo a la Naturaleza, a comprenderla mejor, a recuperar el diálogo perdido que nos une a la Tierra, el diálogo que ya poseía el ser humano original y que le garantizó su supervivencia:

«Nosotros debemos caminar como lo han hecho nuestros abuelos, con el mismo sentimiento, con el mismo pensamiento, escuchando a nuestros corazones, agrandando nuestro espíritu. Hay mucha sabiduría en la naturaleza: debemos observar nuestras montañas y ser como ellas, fuertes y con un espíritu bueno, que protege a los demás, que abraza a los demás. Debemos hacer y no hablar en vano. Debemos escuchar y observar a los ríos y ser como ellos, transparentes, con un corazón limpio, sin esconder nada. Debemos observar las nubes que van junto al viento y dan sombra y lluvia a todos. Debemos aprender del Padre Sol que da calor y vida a todos. Debemos aprender de la Pachamama que nos brinda alimentos para todos. Debemos aprender del viento que purifica a todos.»

Policarpio Flores Apaza (“El hombre que volvió a nacer”, 2005)

Acerca de Andarríos

mendigo, pedigüeño, vagabundo, pordiosero...
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6 respuestas a Bioindicadores: escuchando de nuevo a la Naturaleza (2/2)

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  5. marcelino dijo:

    hay un estupendo libro titulado: AL NATURAL: aprenda a escuchar lo que dice la naturaleza. un texto muy puntual par estos tiempos de cambios medioambientales. lo recomiendo.

  6. Pingback: Somos picudos rojos | BlogSOStenible: Noticias medioambientales y datos… aportando soluciones

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