La chinche del Arraijanal, un caso de especismo ignorante

Representación de una especie del género Empicoris (E. vagabundus). Autor: René Primevère Lesson (en Illustrations de zoologie ou recueil de figures d’animaux, peintes d’après nature, 1831).

Los hemípteros son uno de los grupos de insectos con mayor éxito evolutivo, puesto que cuenta con entre 80.000 y 100.000 especies descritas. Se reconocen fácilmente porque sus piezas bucales están transformadas en un pico perforador. Otras características que los diferencian de otros insectos con pico, como los mosquitos, incluyen dos pares de alas (aunque existen formas ápteras, o a las que les falta un par) y una metamorfosis gradual, es decir, no tienen larva, sino que los juveniles, denominados ninfas, van cambiando progresivamente hacia el estado adulto, sin pasar por una fase de pupa. Tradicionalmente los hemípteros han sido divididos en dos grupos: los homópteros (= “alas iguales”), que tienen los dos pares de alas con la misma consistencia membranosa, y los heterópteros (= ”alas diferentes”), con el primer par de alas endurecido solo en la parte basal, mientras que el resto del ala es membranoso, y el segundo par de alas es completamente membranoso. Sin embargo, esta clasificación está en desuso porque hay mayores diferencias entre los distintos linajes de homópteros, que las que separan los heterópteros de los homópteros. No obstante, se mantienen estos nombres porque resultan útiles para referirse a ellos.

Al ser un grupo tan numeroso, la diversidad de formas y colores es enorme, donde no faltan especies de colores estridentes con una función de advertencia (porque poseen sustancias venenosas) o con prolongaciones corporales que desafían a toda lógica. Y pese a tan abrumadora diversidad, sus hábitos alimenticios suelen ser más conservadores, puesto que la inmensa mayoría son fitófagos, es decir, utilizan el pico para perforar las plantas y alimentarse de su savia. No faltan tampoco las especies depredadoras, que son muy numerosas, algunas incluso útiles en agricultura ecológica porque combaten plagas (género Orius, por ejemplo), y difícilmente atacan a humanos. Solo unas muy poquitas especies se alimentan de sangre, y pueden constituir un problema sanitario, como es el caso de la chinche de las camas (Cimex lectularius).

Los nombres que se les aplican a los hemípteros no son muchos ni están muy extendidos, lo cual puede ser un reflejo de la poca atención que han recibido, y depende del grupo: pulgones, chicharras, cigarras, moscas blancas, etc. El término “chinche” es un poco vago y es utilizado por los entomólogos para referirse a todo el grupo o, más concretamente, a los heterópteros, y aquí reside el problema de su mala fama…

El caso de Empicoris gloriae

En septiembre de 1988 se localizaron en la playa del campo de golf de Málaga unos ejemplares de una chinche perteneciente a la familia de los redúvidos que resultaron ser una especie nueva para la Ciencia: Empicoris gloriae Baena & P.V. Putshkov, 1997. El hallazgo fue publicado en 1997 en una revista francesa especializada en entomología: Bulletin de la Société entomologique de France. Y la especie fue dedicada a la entomóloga malagueña Gloria Bastazo, especialista en crisomélidos, que guió a uno de los autores, Manuel Baena, al lugar donde pudo recoger los ejemplares que sirvieron para su descripción formal. Cabe mencionar que los redúvidos son heterópteros depredadores, y las especies del género Empicoris presentan un cuerpo extremadamente delgado. Esta especie, en concreto, tiene unas dimensiones muy pequeñas, de unos 3 mm, por lo que resulta totalmente inofensiva para el ser humano, pese a lo absurdo que resulta tener que explicarlo. Y esto es todo lo que se conoce de Empicoris gloriae hasta la fecha.

Representación de partes de Empicoris gloriae que permiten su identificación (de Baena & P.V. Putshkov, 1997).

La presencia de esta especie se destapó con las obras de la academia de fútbol de Arraijanal, unas obras que se están realizando en la última playa sin urbanizar del municipio de Málaga, un ecosistema litoral arenoso y húmedo, único y singular, a caballo entre los ecosistemas atlánticos y los mediterráneos, con innumerables especies endémicas, raras y amenazadas, a pesar de la situación de marginalidad a la que lo han sumido. Entre estas especies está Empicoris gloriae, que tiene aquí su único lugar conocido hasta la fecha. Y en este espacio público destinado originalmente a un parque se está construyendo una academia de 10 campos de fútbol sin ninguna evaluación ambiental.

La polémica se desató a raíz de la mención, por parte de los ecologistas que defendían el espacio, de la presencia de una “chinche” endémica, entre los muchos argumentos para proteger el lugar. Y pronunciaron la palabra “chinche”, palabra maldita pese a ser usada frecuentemente por los entomólogos. En seguida, las redes se inundaron de burlas y mofas hacia los ecologistas que defendían esa especie, llegando incluso a usar el hashtag #savethechinches, en clara alusión a la conocida ONG, como una forma de ridiculizar la defensa de la biodiversidad, aunque sea la pequeña biodiversidad.

Sin embargo, lo que reflejan estos ataques es mucha ignorancia, puesto que algunos no saben lo que es un insecto y usan cualquier imagen que represente un artrópodo, aunque sea un crustáceo isópodo:

Otros, un poco más acertados, usan la imagen de un escarabajo, concretamente un escarabeideo, que parece ser un cetónido, pero cuyo único parentesco con las chinches es el de ser un insecto, lo cual es un parecido bastante vago:

El usuario que más se acercó, sí mostró la imagen de una chinche, pero en absoluto la de un redúvido, ni mucho menos la de un Empicoris, sino que más bien, por su silueta, se podría hablar de un pentatómido:

Por supuesto, no faltaron intervenciones de algunas caras conocidas, como la del dibujante Pachi Idígoras, con la poca gracia que le caracteriza:

La razón de tanta animadversión hacia las chinches puede estar en la existencia de la chinche de las camas (Cimex lectularius), que produjo tantas picaduras en el pasado, pero que actualmente está prácticamente extinta en España (y es que lo estuvo realmente, pero datos recientes confirman su reaparición). Es decir, quienes critican a la ya bautizada como chinche del Arraijanal lo hacen por los prejuicios generados por la chinche de las camas cuando ellos mismos no han sufrido jamás, en la vida, la picadura de ninguna chinche, ni la de las camas ni la de cualquier otro hemíptero. Porque las chinches, los hemípteros, son predominantemente fitófagos o depredadores de insectos, pero la alimentación de sangre, sea humana o animal, es algo testimonial, anecdótico en el grupo. Por culpa de estas poquísimas especies, se está prejuzgando a todo un grupo animal por falta de conocimiento y atentando contra la conservación de la biodiversidad. En esto hace también un flaco favor la Real Academia Española, puesto que la definición que hace de chinche es la que se aplica a la chinche de las camas, que para nada es el uso que le dan los entomólogos.

Lamentablemente, los ataques contra la chinche del Arraijanal, que aún perduran en las redes sociales, reflejan algo más que ignorancia porque, seamos realistas, quienes defienden la construcción de la academia de fútbol no aceptarán ningún argumento que vaya en contra de su construcción, y ridiculizarán cualquier especie. ¿Qué hubiera pasado si la especie amenazada hubiese sido una mariposa? ¿O un escarabajo? ¿O cualquier otro insecto? Lo que destilan estos ataques es un clasismo especista, por el que unas pocas especies merecen conservarse y otras no, aunque estén evaluadas como En Peligro Crítico de Extinción (CR). Prueba de ello, lo demuestran las críticas al hábitat, al ecosistema, porque los ecosistemas litorales son principalmente herbáceos con especies únicas adaptadas a un hábitat bastante riguroso, pero lo comparan con espacios forestales, incluso tropicales, en un intento de ridiculizar el Arraijanal, cuando son ecosistemas que no se pueden comparar:

Lo más grave de todo este asunto no son los ataques perpetrados por ciudadanos ignorantes o interesados sino que sea la Administración responsable de la conservación del medio natural y la biodiversidad quien acepte estos argumentos como válidos: la entonces Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, con Adolfo Moreno (PSOE) como delegado provincial y Valentín Ortiz como se secretario general (ya sustituidos), y el Ayuntamiento de Málaga con Raúl Jiménez (PP) como el entonces concejal de Sostenibilidad Medioambiental, y Luis Medina-Montoya como Director General Área de Medioambiente y Sostenibilidad y el único que aún persiste en la actualidad en su puesto…

Recientemente, otra especie del Arraijanal ha vuelto a ser protagonista, la planta amenazada Muscari parviflorum, que extrajeron y trasladaron a otro lugar para poder continuar con las obras, demostrando cómo ciertas prácticas conservacionistas, como las traslocaciones, contribuyen a la destrucción de los hábitats. Para no reconocer que esta planta se encontraba en El Arraijanal, maquillaron la actuación como un “rescate” y la “ubicaron” en Guadalmar, como si esta planta pudiera crecer en el cemento. Todo un insulto a la inteligencia, porque tan burda actuación no puede engañar a nadie… bueno, a nadie no, a los de #savethechinches quizá sí.

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