“El gobierno de los bienes comunes”, una relevante aportación de Elinor Ostrom (Premio Nobel de Economía 2009)

Elinor Ostrom nació y creció en la pobreza junto a su madre, durante los años de la Gran Depresión (1929). Fue la primera de su familia en conseguir un título universitario a partir del cual desarrolló una trayectoria notable, a pesar de que, como ella misma admitía, la mujer no solía tener grandes aspiraciones laborales en esa época. En el curso de un postgrado se introdujo en el estudio de los grupos de acción colectiva, observando cómo las personas apartan sus diferencias para afrontar problemas en común. Y eligió este tema para realizar su tesis doctoral. Así comenzó su vasto análisis de la gestión de lo común, que duró 5 décadas.

Sabiendo que los sistemas de organización política son complejos, afirmaba que: “complejidad no es lo mismo que caos”. Tras analizar y contrastar gran número de estrategias de gestión concluyó que muchos de los problemas ecológicos que generamos y que luego queremos resolver con tecnología se solucionarían mejor con habilidad política y social. Se trata de administrar los recursos de los que dependemos, organizándonos para que un uso desmesurado no nos prive del mismo.

Nobel por la gestión de los recursos naturales para conservarlos

Elinor Ostrom dedicó buena parte de su labor como académica y docente, de profunda sensibilidad social, a estudios socioeconómicos y ambientales que resolviesen las actividades colectivas de gestión para un aprovechamiento óptimo de los recursos compartidos. Porque los seres humanos somos capaces de interactuar para mantener a largo plazo y sin deteriorar los recursos que son comunes. ​ Su obra culminó con el Premio Nobel de Economía en 2009.

La gestión de los bienes comunes, los derechos de propiedad, el capital social y la acción colectiva eran los elementos que incluía en su ecuación. Su objetivo era cómo emplear el capital natural para que se conserve la diversidad biológica y se asegure la subsistencia económica de los dueños de ese capital. Para ello consideró fundamental la capacidad de comunicación entre los individuos, auténtico motor para la cohesión y la cooperación. Cuando esto no se da, se consiguen sociedades desiguales y conflictivas.

Decía el librero Paco Puche cuando presentó la figura de esta politóloga estadounidense en 2016, dentro de la colección de cuadernos de apoyo mutuo, que desde que le dieron el Nobel no había conseguido encontrar su obra cumbre, El gobierno de los bienes comunes” (1990), en ninguna librería española, afirmando socarronamente que la Academia la había ignorado por ser demasiado contrahegemónica. Y así es. Las lecciones que se extraen de su obra no casan bien con la escuela neoliberal (escuela de Chicago y su idea del libre mercado) que ha imperado en la enseñanza de la ciencia económica desde mediados del siglo XX, y que aún es aceptada e impartida en universidades de todo el mundo (a pesar de críticas de economistas como De Jouvenel o Georgescu-Roegen).

Desarrollo basado en la conservación

El trabajo de Elinor Ostrom constituye una magnífica aportación a la búsqueda de alternativas que permitan conservar la diversidad biológica y a la vez contribuir al desarrollo de las comunidades, sin destruir los sistemas y recursos naturales de los que dependen.

Sus investigaciones mostraron que una serie de fuerzas, más allá de las del mercado y los Estados, pueden generar una cooperación organizada de los grupos que utilizan ciertos recursos comunes. La distinción con el Premio Nobel fue también un reconocimiento tácito del valor del capital humano y del capital social de muchas comunidades indígenas y rurales que poseen sus propias formas de organización social, política y productiva. A la luz de su trabajo, cabe preguntarse por qué este capital humano y social y los valores en los que descansan no son asumidos como el núcleo del desarrollo de un país. A través de sus estudios concluye que hay soluciones alternativas a las planteadas por los teóricos del Estado o de la privatización, ya que estas no son, ni lo serán en el futuro, las únicas vías para resolver los problemas sobre el deterioro de «recursos de uso común». En muchos casos, tanto la gestión estatal como la privatizada han provocado la destrucción de los bienes comunes naturales, la devastación de los ecosistemas, ocasionando estragos en las especies y en la diversidad genética, además de erosionar el capital social de las comunidades dueñas.

Sus investigaciones son relevantes a la luz de los graves problemas socioambientales que afectan a la “aldea global” en que nos hemos convertido y de los esfuerzos que serán necesarios para alcanzar acuerdos de alcance mundial entre gobiernos.

Ostrom hablaba de “la trampa de la panacea”: No podemos pensar que hay un modelo de gestión universal aplicable a todos los casos y recursos, no hay una fórmula mágica, sino que es necesario analizar cada situación y asumir la diversidad ecológica y social, para adaptarnos a ella.

Además, Elinor Ostrom resalta la importancia de los actores locales en la solución de problemas ambientales globales. En este escenario, Ostrom anima a promover el manejo comunitario de bosques, recursos hidrológicos, pesca, sistemas de irrigación, pastizales, etc. para que sean sostenibles a largo plazo. Se convertirán así en vías de desarrollo económico autónomo para las comunidades gestoras. La cohesión social de las comunidades es un elemento esencial para que se organicen y funcionen razonablemente. Sin embargo, se somete recurrentemente a manipulación política o limitaciones de tipo económico o demográfico a estas comunidades.

Gestionar el planeta de acuerdo con el criterio exclusivo del rendimiento económico de las empresas y la monetarización de todo, están arrinconando a la humanidad en un callejón sin salida. El mercado derrocha enormes cantidades de recursos finitos y excluye a grupos cada vez mayores de la población mundial, mientras se niegan las necesidades colectivas no ligadas al mercado.

Un modelo de desarrollo sostenible modificaría profundamente los estilos de vida y de producción, además de las formas de consumo. Esto implica el reforzamiento de las redes ciudadanas y de solidaridad. Ella se refería al desarrollo sostenible como «un prerrequisito” para cualquier desarrollo futuro. Una sostenibilidad en los niveles local y nacional que contribuya a la sostenibilidad global.

En los países que poseen una elevada y ampliamente distribuida población rural —que depende de los bienes de los sistemas naturales para subsistir y que a menudo es dueña de esos ecosistemas— la estrategia de conservar la biodiversidad “sin tocarla” es un enfoque limitado. Sin embargo, los procesos diversificados y sostenibles de extracción de componentes de los ecosistemas, constituyen mecanismos para dotar de alternativas de sustento económico a los dueños de esos recursos y alternativas compatibles con la conservación.

Elinor Ostrom diseñó un sólido marco conceptual para la gestión de los recursos comunitarios —bosques y áreas naturales en general— mostrándonos lo que descubrió observando y analizando el modo en que gestionan lo común diversos grupos humanos en diferentes lugares del mundo. Un legado que no debemos perder.

Carmen Molina Cañadas, @CarmenMolina_C
Bióloga y ex parlamentaria andaluza

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8 respuestas a “El gobierno de los bienes comunes”, una relevante aportación de Elinor Ostrom (Premio Nobel de Economía 2009)

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  3. Pepe Galindo dijo:

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