Caracoles contra la Crisis

La Guardia Civil ha detectado que más de 2000 personas organizadas estaban esquilmando los caracoles de los bosques de Aragón, y ha llegado a incautar 11.000 kilos de estos moluscos (seguramente Helix aspersa). Aunque es una actividad prohibida, no se controlaba mucho porque los predadores eran aficionados, pero la crisis ha hecho que ya demasiados vean al caracol como una forma de sacar dinero rápido.

España consume unas 16.000 toneladas de caracoles al año, de las que sólo el 5% proceden de granjas españolas. El resto no tienen control sanitario: el 15% procede de nuestros campos, y el 80% restante viene del extranjero,  (seguramente de esquilmar los campos del norte de África y de Europa del este). ¿Por qué no se crean más granjas para luchar contra la crisis? Pues primero porque hay muchos tipos de crisis aparte de la económica, y segundo porque es más fácil esquilmar la naturaleza, y luego venderlos al precio de caracol de granja (unos 10 euros el kilo), o más baratos. La globalización hace fácil que lleguen caracoles extranjeros, pero no facilita el control de la procedencia de los mismos…  ¿Es esto otro ejemplo de cómo el consumo en los países ricos, destroza la naturaleza de los países «menos ricos»?

Curiosidades de estos moluscos gasterópodos: Como son muy lentos, los encuentros entre parejas de caracol pueden no ser fáciles. Por eso, la naturaleza ha ideado que el caracol sea hermafrodita, de forma que en cada encuentro «amoroso» (de unas 9 horas de duración) se producirán dos embarazos (y a los 15 días ponen unos 100 huevos enterrados en la tierra). Los caracoles no ven, pero distinguen entre la noche y el día, y tienen un buen olfato para llevarlos a su comida. El caracol es un buen bioindicador (como el mejillón en el mar), pues retiene los contaminantes (pesticidas, fertilizantes…). Como alimento se consume principalmente en Francia y España, y está ligado a la cuaresma, porque la Iglesia no lo consideraba carne.