¿Es posible hoy en día la oración?

Me piden que escriba algo sobre la oración y no sé por dónde empezar. Es como si te pidieran que dijeras algo sobre el caminar o sobre la amistad. A mí me gusta mucho caminar y tengo amigos pero, si tuviera que decir en qué consiste, creo que perdería toda la gracia.

Oración es hablar con Dios… o no. Se puede orar en silencio, se puede orar incluso sin pensamiento.

Oración es sentir la presencia de Dios… o no. Se puede orar sin sentir nada.

Y, sin embargo, cuando estás orando, puedes decir: “esto es oración”… o no.

A mí me gusta mucho pasear sola por la montaña. Los amigos me dicen que es peligroso, que me puedo perder o accidentar y nadie podría auxiliarme. Para colmo… me gusta especialmente hacerlo entre semana y no me importa que sea con niebla, nevando o con ventisca. No lo hago por deporte, ni por batir ninguna marca. Es que, en la cima de los montes, allí donde solo algunos arbustos sobreviven, allí donde los buscadores de soledad se saludan para perderse otra vez entre los riscos pelados, allí se experimenta de una forma especial la belleza y la fuerza de la naturaleza. Y el ser humano percibe entonces su pequeñez y su fragilidad y de ahí puede brotar el miedo (especialmente en medio de la niebla y la ventisca), pero también una oración: “¡Gracias!”.

No es, sin embargo, la forma más frecuente de oración en nuestros días. Ahora ya no es fácil encontrarse en la soledad de la naturaleza, la gente va a la montaña en pandilla (yo misma tengo mi grupo), después de consultar la página de la AEMET y, si me apuras, con el GPS. Pero el ser humano continúa sintiéndose solo, probablemente más solo que nunca.

¿Continuará el ser humano recurriendo a Dios para enfrentarse a sus miedos, a sus ignorancias y a su soledad? ¿Puede dirigirse a Dios alguien que no crea en Él?

La ciencia tiene sus límites y la fe también las tiene. Hoy sabemos que la fe no tiene por objeto explicar “cómo” se producen los fenómenos naturales. Pero la ciencia posee una metodología muy precisa que le impide ir más allá de lo científicamente verificable.

La ciencia puede explicar el genoma humano, pero no puede dar sentido a la vida humana. Esto último es algo que no está dado de antemano, que cada cual debe buscar.

En esa búsqueda, la respuesta debe darla cada uno. La experiencia ajena solamente sirve como referencia. Esa búsqueda es libre, pero no es inventada. Cada cual va haciendo su propia vida asumiendo la realidad, aprendiendo de otros, aprovechando los regalos que va encontrando. Agradeciendo o utilizando. Aprovechando o rechazando. Ahí uno se puede encontrar de bruces con Dios … o no. Y se puede desear ese encuentro… o no.

Mientras tanto se puede decir (o no): “Señor, si existes…”

Acerca de María Ángeles Navarro Girón

Cuando alguien te indique el camino, mírale las botas. Esto quiere decir que: En la vida espiritual, no te fíes de quien te indica el camino con el dedo y sin despeinarse. Sigue más bien al que está dispuesto a caminar delante de ti, al que viene sudoroso y con las botas destrozadas del camino.
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12 respuestas a ¿Es posible hoy en día la oración?

  1. Pepe Galindo dijo:

    Yo, tal vez por mi espíritu práctico, me pregunto… ¿para qué rezar? …y no tengo una respuesta clara, a pesar de que hay serios estudios que relacionan una vida espiritual con una mejor salud, y con mayor felicidad. Son buenos argumentos, pero aún no me convencen… tal vez porque se puede conseguir lo mismo sin Dios (eso creo).

    Sin embargo, realmente creo que el rezar tiene otros efectos beneficiosos para el que ora… uno de ellos es la humildad. El que reza, es o acaba siendo, humilde, reconociendo su limitación. También acaba siendo agradecido, por lo poco o mucho bueno que consiga ver. También acaba siendo altruista, pues pocos son los que rezan pidiendo sólo cosas para uno mismo. También, se llega a ser más respetuoso (con los demás y con la Naturaleza…), y si encima uno se lleva una dosis extra de salud y felicidad, pues… ¿Qué más podemos pedir?. Pero lo cierto, es que en esta vida en la que tanta falta hacen esos valores, a veces es complicado buscar un hueco para abonar esas flores… y el escepticismo es un valor también positivo, pero que también puede contradecir ese abono… Por si sirve de algo, por mi parte os dejo una oración…

    ORACIÓN

    Gracias Dios, por lo que me das.
    Gracias Dios, por lo que me quitas.
    Lo que me das, te lo agradezco.
    Lo otro, sé que no lo necesito.
    Si pido algo, es porque desfallezco.
    Pues bien sé, lo poco que necesito.
    Y a cambio de todo, o de nada,
    pídeme Tú lo que te dé la gana.
    No podré negarte nada,
    pues nada Tuyo es cosa mala.
    Hágase tu voluntad…
    sólo pido fuerzas para aguantar.

  2. María Ángeles Navarro Girón dijo:

    Hola Pepe:
    Yo comparto tu escepticismo respecto a los beneficios médicos de la oración. Pienso que la influencia que la religión pueda tener sobre dichos efectos es más bien indirecta.
    Replicando al artículo que citas en tu comentario, yo diría que, por ejemplo, las personas que asisten con regularidad a servicios religiosos es posible que fumen (aunque estadísticamente sería interesante probar que tal vez lo hagan en menor proporción que el resto de la población), pero ciertamente es normal que beban con moderación y que lleven por lo general una vida más ordenada que el resto. Habría que preguntarse entonces si la mejor salud se debe a la oración o al llevar una vida ordenada.
    Otra cuestión diferente sería la influencia de las creencias religiosas en la curación de alguien que ya está enfermo. Los médicos son unánimes en afirmar que el deseo de vivir influye de forma decisiva en la curación. En ese sentido, una persona muy creyente tiene mayores probabilidades de sobrellevar la enfermedad con mayor entereza y esta entereza seguramente contribuya a una mejor recuperación.
    En cualquier caso, yo nunca utilizaría este argumento para motivar la oración. Porque, si bien ciertamente de la enfermedad puede surgir una oración no sólo muy válida, sino también muy intensa (pidiendo a Dios auxilio desde el sufrimiento y desde el reconocimiento de la propia impotencia), en cambio de esta mentalidad preventiva dudo mucho que pueda surgir algo que pueda ser considerado como oración. Considerar la oración como una alternativa a la práctica por ejemplo de pilates, es una forma de cargarse de entrada la experiencia.
    Porque, como tú muy bien dices, quien reza termina siendo humilde, agradecido, altruista y respetuoso. Eso requiere una actitud que dista mucho de ser la de alguien que utiliza la oración como medicina preventiva.
    Esas cuatro características de las que hablas: humildad, gratitud, altruismo y respeto son demasiado profundas para despacharlas con un párrafo en este comentario, así es que prometo al menos un artículo para comentarlas.
    Termino comentando la oración-poesía que incluyes en tu comentario. Un buen ejemplo de lo que es una oración de verdad:
    – Comienzas dando las gracias y no lo haces una vez (así como para quedar bien), sino repetidamente.
    – Muestras una aceptación sin límites de la voluntad de Dios, lo que supone una dosis importante de disponibilidad y humildad.
    – No sólo aceptas lo que te venga (o lo que ya haya venido), sino que estás dispuesto a hacer lo que Dios quiera. Disponibilidad y humildad. Generosidad.
    – Y pedir únicamente lo imprescindible.

    San Agustín decía que la única oración válida es el Padrenuestro. No que sea necesario rezar con las mismas palabras del Padrenuestro, sino que en esta oración se encuentra resumida toda la oración cristiana. Pues bien Pepe, ciertamente esta oración que nos ofreces es una estupenda forma de rezar el Padrenuestro. Me ha gustado muchísimo.

  3. Pepe Galindo dijo:

    Gracias por todas tus palabras. Es verdad que me considero más cerca del escepticismo, que de una religiosidad tradicional… escepticismo en el sentido de la filosofía postaristotélica (de indagar… más que en la definición de la RAE), pero también es verdad que la oración que ofrecí, me surgió no hace mucho en un momento de especial inspiración, tal vez por una especial situación personal.

    Yo no puedo asegurar que Dios existe, pero sí que su existencia es posible. Me cuesta creer en un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, como me enseñaron en el «cole»… Me cuesta creer que como humanos podamos entender qué es Dios, si es que existe… pero… en tal caso, tal vez podamos acercarnos un poquito.

    Esperaré gustoso que cumplas tu promesa de un nuevo artículo. Creo que esos valores son muy espirituales… muy cristianos, y creo, por otra parte, que existen serias similitudes entre cristianismo y ecologismo… no es que el ecologismo obligue a ir a misa o cumplir los mandamientos, sino que la esencia del cristianismo, ha de ser eco-pacifista… entre otras cosas.

    • María Ángeles Navarro Girón dijo:

      Dudo mucho que puedas ser considerado como escéptico en el sentido de seguidor, ni siquiera simpatizante, de Pirrón de Elis. Los escépticos postaristotélicos tenían un pensamiento más parecido al pensamiento débil del postmodernismo, que a esa actitud de búsqueda a la que tú te refieres.

      Por otra parte, en tu respuesta me surge la siguiente pregunta: ¿qué entiendes por “religiosidad tradicional”? Porque nos das dos definiciones de escepticismo, pero ninguna de este segundo concepto.

      Es cierto que en el párrafo siguiente proporcionas algunas valiosas pistas de las que deduzco que la cuestión fundamental es metafísica: ¿se puede conocer algo de Dios? Cuestión, por cierto, muy pertinente y que algunos teólogos han tratado de resolver con la llamada teología negativa.

      Por lo que respecta a la definición de Dios que a muchos nos enseñaron en el colegio, es cierto que aparece en no pocos catecismos, pero ciertamente no aparece en ninguna de las dos versiones oficiales del Credo, ni en el Credo de los Apóstoles, ni en el Credo Niceno-Constantinopolitano. Lo que la fe católica enseña de Dios es que es Creador, Salvador y Dador de vida.

      Es cierto que la fe católica afirma la existencia del cielo y del infierno, pero no para definir a Dios, sino para mostrarle al hombre la seriedad de sus opciones. Es importante señalar que el cielo no es un lugar, el cielo es Dios. Y, aunque resulte difícil de digerir, Dios no lo puede todo. Hay algo que Dios no puede hacer: Dios se ha comprometido con la libertad del hombre que tiene -porque Dios así lo ha querido- la posibilidad real de automarginarse de la vida, hollando todo a su paso y construyendo su existencia sobre la destrucción y la muerte. La voluntad de Dios es atraer todo hacia sí, llevándolo a su plenitud.

      Y quiero subrayar que digo “atraer todo”, no únicamente “atraer a todos”. “La Creación entera gime con dolores de parto la manifestación entera de los hijos de Dios”, dice san Pablo en la carta a los Romanos (Rom 8,22). El cristianismo no puede olvidarse de la naturaleza. El amor es indivisible. Quien dice amar a Dios, no puede sino acoger su obra con el respeto e incluso el amor y por supuesto la responsabilidad de quien se siente deudor de un regalo muy preciado. Don y tarea.

  4. Pepe Galindo dijo:

    Me gusta el origen etimológico que da Geymonat para escepticismo. Por supuesto, los planteamientos de Pirrón de Ellis son discutibles… respecto a lo que puede entenderse por «religiosidad tradicional» pues es algo que casi con total seguridad pasa en todas las religiones, por culpa de la tradición. No soy experto, pero tengo la sensación que todas las religiones acaban por convertirse en tradiciones, ritos… que se pasan de padres a hijos, y sólo unos cuantos se salen de esos ritos para vivir lo que hay detrás, el fundamento de su religión. En ese sentido, llama la atención el yoga, que es un «rito» (o práctica) que huye de los ritos, busca unirse a Dios, y surge en el hinduismo (posiblemente la religión más variada y rica en ritos del mundo).

    Eso de que el Cielo es Dios, de alguna forma, lo afirman también místicos de variadas religiones, y algunos afirman que, de hecho, nosotros mismos somos (parte de) el mismo Dios (y por alguna causa no somos capaces de verlo).

    Está claro que si algo es y tiene que ser Dios es reflejo de amor… amor al prójimo (síntesis del cristianismo), y también a la Naturaleza, aunque sea simplemente porque dañando a la Naturaleza como lo estamos haciendo, estamos haciendo daño al prójimo, incluyendo también los no nacidos aún. Este blog intenta difundir esa conexión entre espiritualidad, amor y… sostenibilidad en todo su amplio sentido…

    • María Ángeles Navarro Girón dijo:

      Todos los planteamientos son discutibles, pero no era mi intención discutir los de Pirrón de Ellis. Lo único que pretendía decir es que dichos planteamientos son muy diferentes de los tuyos. Respecto al origen etimológico que da Geymonat, está muy bien, pero no sé si responde a la realidad histórica del escepticismo.
      Sí querría centrarme en lo que dices de la tradición. Cuando tú dices que «todas las religiones acaban por convertirse en tradiciones, ritos…» te estás refiriendo a lo que técnicamente se conoce como rutinización del carisma. Fenómeno que se da a todos los niveles. Lo que de hecho sucede es que la experiencia religiosa no se puede transmitir. Se puede transmitir una forma de ver la vida, una ética o una moral y también unos ritos, pero no la experiencia. La experiencia, como mucho, se puede inducir, pero es personal e intransferible. Por eso, cuando esa forma de vida se vacía de experiencia, entonces se convierte en ideología o en puros ritos vacíos. Lo curioso es cómo se aferran algunas personas a lo que ellos creen su fe, de tal modo que no se dejan ni siquiera interpelar por esa fe que dicen profesar.
      Por lo que respecta al hinduismo, es cierto que es una religión muy rica, pero quiero observar que no se trata en realidad de una religión, sino de muchas. Los occidentales, en nuestra ignorancia del tema, dimos el nombre de hinduismo a la religión de los hindúes (es decir de los habitantes de la India).
      Y, por supuesto, que eso de que el Cielo es Dios lo afirman los místicos de muchas religiones (probablemente de todas). Es cierto también que el misticismo tiene ciertas semejanzas con el panteísmo, pero son más aparentes que reales. En realidad el místico, cuanto más se siente parte de Dios, más afirma su transcendencia. Y es que, en realidad, solamente Dios puede hacerse tan cercano.
      Por último suscribir totalmente el nexo que afirmas entre espiritualidad, amor y sostenibilidad. Aunque a mí la palabra sostenibilidad no me gusta en este contexto (es un término más bien de economía). Yo diría que no hay espiritualidad sin amor y que no hay verdadero amor que no sea universal.
      No se puede amar a Dios sin amar a sus criaturas (a todas). Ni siquiera se puede amar al género humano sin amar a la creación entera. El amor que no es universal no es amor, sino egoísmo. El amor a la familia, por ejemplo, está enraizado en el instinto de supervivencia.
      Es indiscutible que, como tú muy bien dices, cuidar la naturaleza es amar a nuestros semejantes, también aquellos que todavía no han nacido. Pero yo iría más allá, a las raíces.
      El amor se opone radicalmente a la instrumentalización. Quien está acostumbrado a ver la utilidad de las cosas (más allá de lo imprescindible), lo tiene realmente difícil para no mirar a todos los seres -incluidos los humanos- con esa misma mirada. Quien, por el contrario, está acostumbrado a contemplar con los ojos del amor, va poco a poco ampliando su horizonte y amando todo cuanto le rodea. Amor significa aquí contemplación admirativa y agradecida, y utilización en la medida que ello es necesario para la propia vida, pero nunca explotación y mucho menos destrucción gratuita.
      Y para que no parezca que esto nos lleva a un espiritualismo desencarnado y poco realista, pondré algunos ejemplos.
      Ahora tratan de vendernos las grandes explotaciones agrarias como un modo de paliar el hambre en el mundo, pero eso es mentira. Con la agricultura de supervivencia nadie se hace rico, pero tampoco se muere nadie de hambre. Y así sucedía -y continúa sucediendo en algunos lugares- con los indígenas americanos. Sucede, sin embargo, que los buscadores de oro (continúa habiéndolos y en Brasil les llaman garimpeiros), grandes ganaderos, madereros… los están expulsando de sus territorios, cuando no matándolos simplemente.
      Por lo que respecta a la destrucción gratuita, eso daría para escribir muchas páginas, me conformaré con un ejemplo muy de actualidad: las corridas de toros. Dudo mucho que pueda ser verdaderamente espiritual alguien que disfrute con tal espectáculo. Por cierto, que los palamilitares salvadoreños eran entrenados torturando perros. Ésta era la forma de atrofiar su sensibilidad de manera que después no tuvieran inconveniente en hacer lo mismo con seres humanos.

  5. Pepe Galindo dijo:

    Al hilo de lo que afirmas, yo también creo que no se puede Amar a Dios, sin amar a las demás criaturas, pero eso casi nos lleva al vegetarianismo, pues no es fácil justificar el comerse a lo que se ama, y más si sabemos que ese ser no ha tenido un trato digno para llegar a nuestro plato.

    Tu siguiente afirmación es más radical aún: «El amor que no es universal no es amor, sino egoísmo«. Lo entiendo, pero creo que para las personas «normales», se empieza amando a lo cercano (pareja, familia, conciudadanos…), y poco a poco, las mentes que son capaces de crecer, acaban en ese amor universal. Pero el paso no es habitual… desgraciadamente, lo que demuestra la inmadurez de la mayoría de los adultos…

    Al hilo de los ejemplos que comentas, en los comentarios de una entrada reciente se ha comentado algo de las ganancias de las multinacionales y de la explotación que comentas, alejada de la que debiera ser la misión de cualquier empresa: Servir a la sociedad (y también ganar dinero, por supuesto, pero como objetivo secundario). Respecto a los toros, también hay entradas en este blog, alegando una ética básica (no espiritualidad)… pero tiene sentido: el que no es sensible al sufrimiento animal, es más complicado que lo sea al sufrimiento humano. Y sin esa sensibilidad… ¿puede haber amor? ¿y espiritualidad?

    • María Ángeles Navarro Girón dijo:

      Efectivamente, eso nos lleva «casi» al vegetarianismo. Y digo «casi», porque en la mayor parte de los casos se tratará de una sensibilización progresiva. Vivimos en una sociedad opulenta donde se come no digo ya más carne de la necesaria, sino incluso más carne de la conveniente para la salud. Pero es difícil cambiar de hábitos alimenticios de la noche a la mañana.
      Por otra parte, los seres humanos somos omnívoros, de manera que el vegetarianismo es algo en cierto modo contra natura… aunque hay serios estudios que prueban lo contrario.
      En todo caso, para quien viva en una sociedad de supervivencia, creo que es legítimo cazar para comer y aún matar de vez en cuando alguno de los animales de los que se obtienen otros productos. Animales que han disfrutado de una vida libre y sana.
      Pero hoy en día, el maltrato que sufren durante toda su vida la mayor parte de los animales que son destinados a «carne» -ya ni siquiera son considerados «cabezas de ganado»- hacen desde luego un deber moral el vegetarianismo. Muy recomendable, incluso el veganismo. Porque, si en las sociedades primitivas comer por ejemplo leche y huevos no suponía -en principio- una forma de maltrato, hoy en día no podemos decir lo mismo.
      ¿Qué hacer entonces? Yo personalmente soy vegetariana (no vegana) de una forma flexible. La flexibilidad consiste en que nunca como carne cuando soy yo quien cocina y que, cuando como el plato del día en un restaurante, pido casi siempre dos primeros -a lo cual no te ponen nunca pegas-. Si me invitan en una casa, me como lo que me pongan, procurando comer lo menos posible si es carne. Pescado sí que como, pero lo menos que puedo.
      Sé que no es lo ideal, pero creo que es lo que debo hacer dadas las circunstancias (económicas, familiares, sociales…). Y puedo deciros que ahora siento verdadera repugnancia ante la visión de una carnicería: lo que antes me parecía natural -e incluso apetitoso- ahora me echa para atrás.

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  9. María Ángeles Navarro Girón dijo:

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